S&P alerta riesgo ante la primera oleada de vencimientos de “bonos híbridos”
Este año se podrá amortizar algunos de estos instrumentos, emitidos en 2005 y 2010.
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Tienen cualidades que atraen a todas las partes. De ahí su magia y aceptación en estos momentos. Son las participaciones preferentes, rebautizadas como bonos híbridos en su nueva época de gloria, un nombre que procede de su capacidad para computar a ojos de las agencias de ráting al 50% como capital (y no al 100% como deuda) en el balance de las firmas.
Las empresas no financieras europeas están apelando a estos instrumentos de financiamiento más que nunca en la historia. Standard & Poor's así lo certifica en su último informe sobre estos productos. El año pasado por estas fechas (los datos son a 22 de abril), el volumen emitido ascendía a 18.000 millones de euros y eso llevó a que 2014 se cerrara con un máximo de todos los tiempos en 47.000 millones de euros. En 2015, el cómputo hasta el 22 de abril iba ya por los 19.500 millones; de seguir a ese ritmo, el ejercicio se cerraría con casi 64.000 millones en híbridos colocados en el mercado por firmas europeas.
Pero en medio de esta efervescencia, los analistas de S&P apuntan varios argumentos para la reflexión. Y el primero de ellos es que los híbridos pagan intereses más altos que otros instrumentos de deuda porque conllevan un riesgo más elevado. Al igual que los híbridos de los bancos, estos productos tienen capacidad para absorber pérdidas en caso de que la empresa tenga problemas, lo que implica la posible pérdida de la inversión. Además, el pago de los intereses puede diferirse.
Incertidumbre
Sin embargo, S&P advierte de otro riesgo para el que no hace falta esperar mucho: la primera oleada de vencimientos de las preferentes lanzadas en los últimos años. Estos bonos son perpetuos en su sentido más amplio porque no tienen una fecha prefijada de vencimiento, pero se venden al mercado con un plazo mínimo inicial en el que no pueden ser amortizados. Este periodo suele fijarse en cinco o diez años y se toma con referencia para calcular la vida de la emisión. "El mercado europeo de híbridos corporativos se enfrenta a su primer test de refinanciamiento este año, pues muchos de los bonos emitidos en 2010 y 2005 se están acercando a su primera fecha voluntaria de amortización", señala el informe.
Y la decisión que tomen las empresas puede no cumplir las perspectivas de los inversores. "Está por ver hasta qué punto están necesitadas las empresas de mantener su capital híbrido más allá de la fecha voluntaria de vencimiento, a pesar de las expectativas de los inversores de que las emisiones van a ser amortizadas", dice S&P. Hasta ahora, los inversionistas se han visto decepcionados en la mayoría de los casos, sobre todo porque amortizar las emisiones (devolver el principal a los compradores) cuesta dinero y puede afectar al ráting, mientras que refinanciar estos bonos con nuevos instrumentos híbridos es sencillo en estos momentos de apetito de los inversionistas y no pone en riesgo la calificación crediticia.
S&P insiste en que el universo de los híbridos todavía tiene muchas incógnitas por despejar. "Aunque el mercado está creciendo, aún es inmaduro. Eso significa que las compañías con híbridos que ven acercarse el primer vencimiento voluntario tienen una experiencia limitada en amortizaciones, recompras o estrategias de refinanciamiento, y que hay pocos ejemplos de pérdidas en estos instrumentos, que pueden tomar la forma de impago del cupón o del principal".
Si el pasado sirve de referencia, las empresas españolas que emitieron preferentes en la primera época de gloria de estos instrumentos (en la que se vendían principalmente a clientes particulares y no a institucionales, como ahora) optaron por diversas fórmulas en las que la amortización con devolución del dinero invertido brilló por su ausencia. Telefónica ofreció a los inversionistas acciones y bonos con vencimiento en 2022 a cambio de sus preferentes. Sol Meliá ofreció solo bonos a cuatro años, pero con quita, y Repsol también devolvió menos del valor nominal.