Startups desarrollan estrategias de alta tecnología para combatir incendios forestales
Desde sensores de alta precisión hasta modelos de inteligencia artificial, un puñado de compañías busca aplacar las consecuencias provocadas por el aumento de los incendios forestales en el mundo.
Por: Bloomberg | Publicado: Jueves 26 de diciembre de 2024 a las 13:15 hrs.
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Cada año, los incendios forestales provocan la pérdida de 59.570 kilómetros cuadrados adicionales de cobertura arbórea. Foto: Bloomberg
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El pasado diciembre, un agricultor estaba quemando sarmientos secos en su viñedo en Deir Mar Moussa, un pueblo en la colina a unos 20 kilómetros al este de Beirut, conocido por su monasterio del siglo XVIII y sus bosques de pinos. Por lo general, esto sería peligroso, dado que el clima cálido y seco del Líbano puede convertir rápidamente una chispa en un incendio incontrolable.
Pero ese día se evitó lo peor. Un dispositivo fabricado por una startup alemana “olfateó” el humo de la quema del agricultor y envió una alerta, lo que permitió a las autoridades evitar que se propagara. Dada la reciente explosión de incendios forestales en todo el planeta alimentados por el calentamiento global, la detección temprana es más necesaria que nunca. En este caso, un aparato llamado Silvanet, de Dryad Networks, identificó los patrones de gases únicos en el aire que indicaban que algo en Deir Mar Moussa se estaba quemando.
A medida que la temperatura global promedio aumenta y avanza el cambio climático, los incendios forestales se vuelven más catastróficos, arrasan comunidades y liberan enormes cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Las hojas y el sotobosque en llamas pueden pasar desapercibidos durante horas, incluso días, hasta que alguien o un avión que pase cerca reporte el humo a las autoridades.
Dado que muchos incendios forestales arden lentamente antes de que aparezcan llamas, surge la oportunidad para una nueva generación de equipos de detección de humo. El director ejecutivo de Dryad, Carsten Brinkschulte, llama al suyo una “nariz electrónica”. “Si llegas a un incendio forestal cuando es pequeño, tienes muchas más opciones que si lo detectas cuando ya tiene dos, tres o cinco hectáreas de extensión”, dice. “Es muy difícil contenerlo en ese punto”.
Y como una extensión lógica de esto, la industria incipiente ya está trazando planes para escuadrones de drones de extinción de incendios que algún día podrían estacionarse de forma permanente entre los árboles, esperando la señal para sofocar un fuego antes de que se propague.
Cada año, los incendios forestales provocan la pérdida de 59.570 kilómetros cuadrados adicionales de cobertura arbórea —un área ligeramente más grande que Croacia— en comparación con el año 2001. Cientos de personas mueren en tales incendios cada año, mientras que casi medio millón más pierden sus hogares o se ven desplazadas. Cada incendio libera sustancias químicas peligrosas a la atmósfera que pueden aumentar las probabilidades de enfermedades y muertes para personas ubicadas a cientos o incluso miles de kilómetros de distancia. Un estudio publicado en octubre estimó que 10.000 personas más murieron cada año en la década de 2010 en comparación con la de 1960 como resultado del humo de los incendios forestales.
Y por supuesto, cuanto más humo, peor se vuelve el calentamiento global. Según un estudio publicado en la revista Nature, el año pasado los incendios forestales en Canadá liberaron alrededor de 640 millones de toneladas métricas de carbono, más que las emisiones anuales de combustibles fósiles de cualquier país, excepto China, Estados Unidos e India. Desde 2001, las emisiones de dióxido de carbono procedentes de incendios forestales han aumentado un 60%. Y por si todo esto fuera poco, la destrucción que provocan en la fauna y la vegetación puede tener consecuencias nefastas para los ecosistemas y el paisaje calcinado que dejan a su paso.
Nuevas tecnologías
Fue en 2018, un año particularmente malo para los incendios forestales, cuando Brinkschulte —un veterano ejecutivo alemán de telecomunicaciones— dice que se dio cuenta de que los métodos de detección existentes no estaban a la altura. Los satélites pueden detectar incendios desde el espacio y las cámaras pueden vigilar áreas susceptibles a brotes, pero en ambos casos los incendios deben ser lo suficientemente grandes como para producir columnas de humo visibles o llamas que atraviesen el dosel del bosque.
Brinkschulte cuenta que quiso crear un sistema que detectara los incendios antes de que se intensifiquen con “un modelo de negocio escalable y sostenible”. Cada uno de los sensores Silvanet de Dryad está equipado con una capa de semiconductor de óxido metálico que reacciona con los gases en el aire. Cuando hay presencia de hidrógeno, monóxido de carbono y otros gases, como ocurre en las etapas iniciales de un incendio, se altera la resistencia eléctrica del sensor, creando una “huella” específica, según explica Brinkschulte. La inteligencia artificial luego analiza la composición de los gases en tiempo real. Dryad señala que el sistema permite a los usuarios localizar el origen de un incendio con un radio de 98 metros en torno a cada dispositivo.
Dryad no es de ningún modo la única en este campo. El Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos ha desplegado sensores fabricados por N5, con sede en Rockville, Maryland. Estos dispositivos, llamados N5SHIELD, ya se encuentran en toda la isla hawaiana de Maui —que sufrió un incendio catastrófico el año pasado—. Dryad, por su parte, asegura haber recaudado 22,8 millones de euros (US$ 23,8 millones), principalmente a través de inversiones de capital de riesgo y subvenciones de la Unión Europea. Silvanet es su producto principal, con más de 20.000 sensores enviados hasta la fecha. Cada uno se vende por menos de US$ 100, pero los clientes también deben pagar una tarifa de servicio para acceder a la plataforma basada en la nube de la empresa.
La compañía afirma tener más de 100 clientes en 20 países, en su mayoría gobiernos locales y municipios. En Estados Unidos, la agencia estatal de prevención de incendios de California ha estado probando 400 de los sensores de Dryad en el Bosque Estatal de Demostración de Jackson, a unos 260 kilómetros al norte de San Francisco.
Una de las preocupaciones con la tecnología de sensores es la precisión. Si son demasiado sensibles, pueden generar falsas alertas. Y aunque redes de detectores individuales sujetos a los árboles son útiles a lo largo de caminos de senderismo y líneas eléctricas que atraviesan zonas boscosas —donde suelen comenzar los incendios—, son menos eficaces en otras áreas. Para detectar rápidamente pequeños incendios en zonas más extensas, se necesitan cámaras.
En Tourrettes-sur-Loup, un pueblo del sur de Francia, se probaron recientemente unas cámaras especiales desarrolladas por una empresa polaca llamada SmokeD. El dispositivo toma fotografías cada pocos segundos y utiliza inteligencia artificial para comparar cada imagen de forma simultánea, como parte de un sistema de monitoreo continuo.
Las cámaras, sin embargo, requieren una infraestructura considerable, como puntos de montaje elevados y fuentes de energía continua, lo que limita su escalabilidad, especialmente en zonas remotas. Además, el propio equipo puede suponer un peligro de incendio.
No obstante, están surgiendo nuevas tecnologías satelitales que podrían hacer que las plataformas en órbita resulten más útiles a la hora de detectar incendios de difícil acceso. Los sistemas satelitales tradicionales suelen tener dificultades para detectar incendios forestales en sus etapas iniciales porque los satélites geoestacionarios deben situarse a decenas de miles de millas sobre el ecuador, lo que limita su capacidad de captar imágenes con la resolución necesaria. Un satélite en órbita terrestre baja permite obtener imágenes de alta resolución, pero no revisa con la suficiente frecuencia la misma zona de la Tierra. Lo que se necesita, explica Christopher Van Arsdale, director de clima y energía en Google Research, es una gran cantidad de satélites capaces de tomar imágenes de la misma ubicación con un nivel de detalle realmente útil.
En septiembre, el equipo de Van Arsdale anunció FireSat, una constelación de satélites diseñada específicamente para detectar incendios de pequeña escala a nivel global. Grupos como Google.org y la Fundación Moore están financiando una organización sin fines de lucro llamada Earth Fire Alliance para poner en marcha el proyecto. FireSat afirma que, para 2028, planea tener una constelación de 52 satélites con sensores infrarrojos térmicos que puedan identificar incendios potenciales en casi cualquier condición meteorológica.
“No es la detección lo que supone un cambio radical, sino la capacidad de cambiar la forma en que gestionamos los incendios”.
La compañía señala que la captación de imágenes de todo el planeta se actualizará cada 20 minutos y que el sistema podrá detectar un incendio de aproximadamente el tamaño de un salón de clases en cualquier parte del mundo dentro de ese lapso. El primer satélite está previsto para ser lanzado a principios del próximo año.
Otra startup alemana llamada OroraTech está trabajando en un sistema similar. Según Thomas Grübler, director de estrategia y cofundador de OroraTech, la empresa ya ha lanzado dos satélites, y su objetivo es poner en órbita 98 más antes de 2028. Con 100 satélites, la compañía asegura poder detectar un incendio de 4x4 metros en cualquier parte del mundo en 30 minutos o menos.
En junio, el Ministerio de Gobernanza Digital de Grecia otorgó a OroraTech un contrato de 20 millones de euros para utilizar su sistema de alerta temprana contra incendios basado en satélites. Grübler imagina un futuro en el que combinen datos con FireSat, lo que brindaría “capacidades de detección aún más rápidas”.
Dryad espera ir más allá de la detección y pasar a la extinción real de incendios, lanzando drones autónomos que respondan a fuegos como el que casi sucede en Deir Mar Moussa. “Estamos en una posición única, pues detectamos los incendios tan pronto que los drones tienen la oportunidad de apagarlos”, comenta Brinkschulte.
En zonas donde los incendios forestales se desatan con frecuencia, los drones equipados con nueva tecnología de supresión de incendios podrían estacionarse allí, asegurando una respuesta rápida y automática. En octubre de 2024, Dryad obtuvo una subvención de 3,8 millones de euros del Fondo Europeo de Desarrollo Regional y recaudó otros 2,5 millones de euros de la firma de inversión en tecnología climática First Imagine! para desarrollar este nuevo proyecto, llamado Florian.
Estrategias
Todas las startups parecen coincidir en que lo ideal es combinar estas distintas tecnologías. Según Kate Dargan, asesora principal de la Iniciativa de Resiliencia ante Incendios Forestales de la Fundación Moore, la corriente de datos obtenida de los satélites puede servir para planificar acciones futuras de mitigación y protección. “No es la detección lo que supone un cambio radical, sino la capacidad de cambiar la forma en que gestionamos los incendios”, señala.
Sin embargo, Michael Wara, director del programa de políticas de energía y clima en el Instituto Woods para el Medio Ambiente de la Universidad de Stanford, aconseja no centrarse en exceso en las tecnologías de detección de incendios. Aunque no hay duda de que la detección temprana y precisa puede ayudar a contener ciertos incendios, eso solo es útil si se cuenta con los recursos necesarios para aprovechar la información de forma efectiva. Y en las circunstancias adecuadas, por ejemplo con viento fuerte, algunos incendios avanzarán rápido, independientemente de lo temprana que sea la detección. “Ningún grado de detección rápida modificará las tácticas o el resultado de algunos incendios”, afirma.
De manera más general, Wara advierte que, a medida que las tecnologías de detección ayuden a extinguir los incendios de propagación lenta, podrían dejar más vegetación disponible para avivar el crecimiento de los incendios de propagación rápida. Si vamos a tener estas tecnologías satelitales, cámaras y sensores, también debemos invertir en quemas controladas, subraya. “El riesgo es que nos enfoquemos demasiado en la detección y no prestemos suficiente atención a la mitigación y la prevención”, concluye Wara.