Christine Lagarde dice la fea verdad sobre la deuda
Jackson Hole puede ser una conferencia de banqueros centrales, pero la cosa más...
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Jackson Hole puede ser una conferencia de banqueros centrales, pero la cosa más importante que salió de la reunión de este año no tuvo nada que ver con la política monetaria.
Christine Lagarde dijo públicamente lo que la mayoría de las autoridades ha evitado mencionar desde que empezó la crisis. Utilizando su posición elevada en el Fondo Monetario Internacional reconoció que el problema común que enfrenta el mundo desarrollado es la resaca de préstamos que financiaron inversiones sin valor. Estas acreencias tendrán que liquidadarse y cuanto antes, mejor.
Lagarde merece elogios por explicar el problema y hacer un llamado a la acción. Pero resolverlo también requiere que las autoridades decidan donde caerán las pérdidas. Ella piensa que deberían ir sobre los contribuyentes; esto es errado. Ella se enfocó en dos grandes riesgos: la continua debilidad de la banca europea, y las persistentes caídas en los precios de la vivienda en EEUU y el creciente número de propietarios atrapados en el patrimonio negativo.
Ambos amenazan la recuperación. Las dudas sobre la salud de los bancos europeos, podrían, si no se tratan, llevar a otra crisis de crédito. La ronda reciente de pruebas de esfuerzo no han dispersado los temores en cuanto a que instituciones subcapitalizadas han estado contando con una recuperación que les permita retener ganancias suficientes como para reparar los balances. Entretanto, el desorden hipotecario estadounidense merma el gasto del consumidor agobiando a los propietarios con pasivos excesivos y evitando que se trasladen hacia donde hay empleo.
Lo que es bienvenido es la disposición de Lagarde a abrazar respuestas radicales para ambos. En Europa, respalda test de esfuerzo más duros y una aproximación más coercitiva a la reparación de los balances. Este periódico no puede estar más de acuerdo. En EEUU, ella aboga por pasar a pérdida más del capital en las hipotecas. Será vital distinguir entre aquellas hipotecas que se otorgaron de modo imprudente y las que no.
Donde el FT discrepa es en la disposición de Lagarde de permitir a los contribuyentes actuar como salvavidas gratuitos para el sistema financiero - rescatando a los bancos si los inversionistas privados no lo hacen. Este traslado del riesgo desde los bonistas fue una mala idea en Irlanda y generalizarla a lo largo de la eurozona no la mejorará. Sería mejor llenar los vacíos de capital con swaps de deuda por capital obligatorios que pongan a los bonistas no asegurados donde deben estar: detrás de los contribuyentes y de los depositantes.
Pero aún si Lagarde no tiene todas las respuestas, al menos comenzó el debate. Ahora los políticos deben mostrar un coraje similar y mirar a la realidad directamente a los ojos.