Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda desde 2017, dejará el cargo en febrero, poniendo fin a un mandato de cinco años que le valió la aclamación internacional pero la dejó cada vez más aislada políticamente en su país a medida que se afianzaba la crisis del costo de la vida.
Ardern dijo que, tras un periodo de reflexión durante Navidad, ya no tenía energía para seguir al frente del gobierno y que dimitiría en lugar de concurrir a unas elecciones generales este año.
"No me arrepiento de nada", declaró a la prensa sobre su decisión, añadiendo que "haría un flaco favor a Nueva Zelanda" si siguiera en el cargo.
La repentina conclusión del mandato de Ardern, de 42 años, marcará el final de una era que generó un intenso interés mundial en Nueva Zelanda, tanto por su mandato socialmente progresista como por su respuesta de línea dura a la pandemia del Covid-19.
Bryce Edwards, analista político de la Universidad Victoria de Wellington, afirmó que Ardern llegó al poder "de la nada" en un momento en que los partidos de izquierda estaban en retirada.
"Había una sensación de manía: la Jacindamanía", dijo, elogiando su carisma en un momento en que figuras como el expresidente estadounidense Donald Trump estaban en ascenso. "Fue una revelación y un bonito contrapunto a la política populista y reaccionaria".
Ardern obtuvo una amplia victoria electoral en 2020 gracias al respaldo de la opinión pública a su estricta política de cierres y confinamientos fronterizos en un esfuerzo por frenar la propagación de Covid. También recibió elogios por su liderazgo firme y compasivo en su respuesta al atentado terrorista de 2019 contra dos mezquitas en Christchurch en el que murieron 51 personas, así como con la erupción del volcán de la Isla Blanca.
Factores internos
Pero el sentimiento público hacia su administración se ha agriado este año mientras Nueva Zelanda lidia con una crisis del costo de la vida, una fuerte subida de las tasas de interés, una bajada de los precios de la vivienda y un aumento de la delincuencia.
"Las cosas han cambiado en Nueva Zelanda desde la aplastante victoria electoral de 2020. El país se ha vuelto gruñón y molesto", dijo Edwards.
Una encuesta de 1 News Kantar en diciembre mostró que Ardern mantenía una ventaja sobre el derechista Christopher Luxon, del partido Nacional, como primer ministro preferido, pero el apoyo al Partido Laborista había caído a su nivel más bajo desde 2017.
El sondeo indicaba que, incluso con el respaldo de su tradicional socio de coalición, el Partido Verde, era improbable que los laboristas pudieran formar gobierno.
Stephen Mills, exasesor político de los primeros ministros David Lange y Helen Clark, dijo que Ardern no se había enfrentado a presiones internas para dimitir. "Los Nacionales (partido de la oposición) serán los que abran el champagne esta noche".
Ardern dijo el jueves que las elecciones generales se celebrarían el 14 de octubre y negó que fuera a dimitir debido a los malos resultados de los sondeos. Añadió que era importante dar a un nuevo líder laborista tiempo suficiente para prepararse para unas elecciones, en lugar de seguir con uno que "no tiene lo suficiente en el tanque para sacarles adelante".
Se espera que haya un nuevo Primer Ministro para el 7 de febrero.
Edwards se refirió a la dimisión: "Algunos dirán que ha cortado por lo sano. Otros dirán que tiene la inteligencia emocional para irse con la cabeza alta".
Ardern, a quien a menudo se ha propuesto seguir los pasos de su mentora y ex primera ministra Helen Clark en un puesto en la ONU, negó que su marcha estuviera motivada por planes para un próximo paso. "Esa no ha sido mi ambición", afirmó.
Líderes internacionales como Anthony Albanese, Primer Ministro de Australia, y Justin Trudeau, líder de Canadá, se apresuraron a elogiar el legado de Ardern. "Jacinda Ardern ha mostrado al mundo cómo liderar con inteligencia y fuerza. Ha demostrado que la empatía y la perspicacia son poderosas cualidades de liderazgo", declaró Albanese.
Neale Jones, antiguo asesor de Ardern, afirmó que su salida suponía para los laboristas el "resquicio de esperanza" de nombrar a una líder más centrada en la crisis del coste de la vida y distanciar al partido de programas radicales como las reformas del agua y los medios de comunicación, que habían resultado impopulares.
Grant Robertson, viceprimer ministro y evidente sucesor de Ardern, se descartó inmediatamente. Otros posibles candidatos son Chris Hipkins, político experimentado y actual ministro de Educación, Policía y Servicios Públicos, responsable de la respuesta a Covid, y Michael Wood, ministro de inmigración, transportes y seguridad laboral.
También se considera que Kiri Allan, ministra de Justicia, tiene muchas posibilidades de liderar el Partido Laborista posterior a Ardern. De ser elegida, se convertiría en la primera primera ministra del país de ascendencia maorí a tiempo completo.
Mills afirmó que la pandemia había dejado a muchos neozelandeses con la sensación de haber vivido "años de perros" y que el mandato de Ardern había parecido a muchos mucho más largo de lo que fue.
Ardern, que dio a luz a su hija Neve mientras ocupaba el cargo y retrasó su boda el año pasado debido a un brote de Covid, pareció acusar un cansancio similar durante su rueda de prensa en la ciudad costera de Napier. "Ya es hora", dijo.
La carrera política de Jacinda Ardern
2008
Elegida parlamentaria neozelandesa tras trabajar en el Reino Unido, incluida una temporada en el gabinete del Primer Ministro Tony Blair.
2017
Elegido líder del partido laborista y se convierte en primer ministro menos de tres meses después, tras formar una coalición con partidos minoritarios.
2018
Da a luz a su hija Neve. Se toma seis semanas de baja por maternidad y más tarde lleva a Neve a la Asamblea General de la ONU.
2019
Lidera el luto en Nueva Zelanda tras el ataque terrorista a dos mezquitas en marzo en Christchurch y aplica leyes más estrictas de control de armas como respuesta. La erupción del volcán de la Isla Blanca en diciembre vuelve a poner en primer plano su estilo de liderazgo compasivo.
2020
Nueva Zelanda cierra sus fronteras y adopta algunas de las medidas de confinamiento más estrictas del mundo en respuesta a Covid-19. Su línea dura recibe un amplio respaldo y lleva a los laboristas a una victoria decisiva en las elecciones de octubre.
2022
Las políticas de Nueva Zelanda contra la pandemia se ponen en entredicho cuando se producen protestas masivas frente al Parlamento. El gobierno levanta las restricciones, pero la crisis del coste de la vida y la fuerte subida de los tipos de interés y la inflación golpean la popularidad de Ardern. Ardern se reúne con el presidente estadounidense, Joe Biden, y firma un pacto de seguridad reforzado para contrarrestar la creciente influencia de China en la región Indo-Pacífica.
2023
Ardern dimite y dice que su nivel de energía, y no las malas encuestas, ha sido el detonante de su decisión.
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