Por Ralph Atkins
Dos de los seis miembros del comité ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE) dejarán Frankfurt este mes. El alemán Jürgen Stark anunció su renuncia en septiembre, resentido por cómo, en su visión, la eurozona ha dejado los principios de finanzas públicas responsables y de una banca central conservadora. Lorenzo Bini Smaghi de Italia se va por razones diferentes. Con la llegada de su compatriota Mario Draghi como el presidente del BCE, él aceptó que la sobre-representación de Italia causaría un eterno resentimiento en París, e hizo lugar a Benoit Coeuré, subdirector del Tesoro francés, para que tomara su puesto.
En una entrevista con Financial Times, Bini Smaghi parece frustado de dejar el puesto político en un momento tan decisivo para la eurozona.
El miércoles, el BCE destinó un récord de 489 mil millones de euros en préstamos a tres años para los bancos de la eurozona, una ola de dinero que espera alivie las graves tensiones en el sistema bancario de la región. Pero las altas necesidades de refinanciamiento de los bancos y los gobiernos hará que los primeros meses de 2012 sean cruciales para la eurozona.
Una lección que Bini Smaghi ha aprendido es que las autoridades de la eurozona no pueden evitar las decisiones audaces. “Algunas de estas decisiones pueden no ser óptimas y pueden ser criticadas, especialmente viéndolas en retrospectiva. Pero el no decidir, o posponer decisiones, no es una opción y lleva a peores resultados”. Ni tampoco los que toman decisiones debiesen “esconderse detrás de los legisladores para evitar tomar acciones”.
Es una observación cuidadosa elegida. El Bundesbank de Alemania y Stark, un antiguo vicepresidente del banco alemán, se oponen a cualquier expansión significativa del programa de compra de bonos del BCE, apuntando a la prohibición legal en los tratados de la UE sobre el “financiamiento monetario”, el financiamiento del banco central de gobiernos. Pero muchos economistas y políticos europeos creen que sólo ese paso asegurará la estabilidad de la eurozona.
Economista con educación universitaria en Chicago, Bini Smaghi, de 55 años, ha sido uno de los pesos intelectuales del BCE, involucrado estrechamente en el diseño de sus respuestas a las crisis mundiales en los últimos cuatro años.
Pragmatismo como base
Su acercamiento es pragmático. El mandato del BCE, destaca, es implementar una política de moneda única a través de los 17 países de la eurozona, y los mercados de bonos de gobiernos “juegan un rol clave” en transmitir sus decisiones sobre la tasa de interés a la economía real.
Los bancos centrales deberían “usar la ambigüedad constructiva tanto como sea posible”, manteniendo a los mercados adivinando sobre lo que podrían hacer. Pero no descarta que el BCE anuncie límites para los rendimientos o que el spread entre el rendimiento sobre los bonos alemanes y los bonos de otros gobiernos.
Las actuales tensiones en los mercados, dijo, “podrían generar algunas dudas sobre si tenemos una política monetaria única en la zona euro hoy en día y si el BCE está cumpliendo su mandato. Si el problema es la insolvencia de los gobiernos, más que la liquidez, entonces el BCE tiene espacio para actuar; incluso se podría decir que debe actuar”. Smaghi tampoco ve una razón de por qué el BCE no debería usar el relajamiento cuantitativo (crear dinero para comprar activos), si la perspectiva económica deteriorada y la deflación se convirtieron en un riesgo.
Para ser un banquero central, Smaghi es abierto, quizás motivado por su inminente partida. Describe como “desastrosa” una jugada franco-alemana a fines de 2010, ya revertida, para asegurar el “involucramiento del sector privado”, o amortizaciones o tenencias de bonos, en futuros rescates europeos. La jugada, que gatilló la alarma de los inversionistas sobre la eurozona, había sido rechazada “de forma vehemente” por el BCE. También “habría sido más racional” dejar de involucrarse en el rescate griego, aunque ya era demasiado tarde”.
Una pregunta sobre si el mundo está muy subyugado a los economistas estadounidenses le da a Smaghi una oportunidad de reclamar contra aquéllos que “usan suposiciones muy simplistas en sus razonamientos”. La vida real es más complicada. “A mí me parece que algunos economistas están siendo atraídos a respuestas rápidas y simples para tener la atención de los medios y promocionarse a ellos mismos”.
Su propio futuro se complicó políticamente en junio cuando Dragui fue nombrado como el sucesor de jean Claude Trichet al mando del BCE. El presidente francés Nicolas Sarkozy dijo que dos italianos ejecutivos en el BCE sería demasiado. Por un momento, Smaghi se mantuvo firme, pero más tarde cedió y anunció su partida a la Universidad de Harvard, en una decisión en que “nunca sintió presión, personalmente”, para tomarla.