Por Ralph Atkins y Lionel Barber
en Frankfurt
Mario Draghi ha advertido sobre los costos de un quiebre dentro de la eurozona, rompiendo un tabú para un presidente del Banco Central Europeo, y lo hizo mientras buscaba reducir las expectativas del mercado sobre el papel de la institución en combatir la crisis de deuda soberana.
La voluntad de Draghi para discutir un escenario para la unión monetaria de trece años de antigüedad que su predecesor, Jean-Claude Trichet, simplemente describía como “absurdo” subraya lo mucho que está en juego con la crisis de deuda de la eurozona, que ha sacudido a los mercados financieros globales.
En su primera entrevista desde que asumió como presidente del BCE el 1 de noviembre, Draghi dijo que los golpeados países de la eurozona que abandonen el bloque de todas formas afrontarán grandes dolores económicos. Para los miembros que permanezcan, la ley de la UE se habrá roto y “uno nunca sabe cómo termina esto realmente”, aseguró.
Los países que abandonen y devalúen sus divisas crearán “una gran inflación” y no evitarán las reformas estructurales que igualmente tendrán que ser implementadas “pero desde una posición mucho más débil”, dijo Draghi a Financial Times.
Para combatir la crisis, Draghi destacó la importancia de las medidas tomadas por el BCE para apuntalar a los bancos de la eurozona -que incluyen su primera oferta de préstamos ilimitados a tres años, esta semana. Pero enfatizó que los políticos de la región tienen que tomar el liderazgo en recuperar la confianza de los inversionistas en las finanzas públicas de la eurozona -asegurando la disciplina fiscal y haciendo que la Facilidad de Estabilidad Financiera Europea (EFSF en inglés), esté plenamente operacional.
El BCE podrá actuar como un agente del EFSF en operaciones del mercado financiero a partir de enero -acelerando su implementación, dijo Draghi. La autoridad expresó su esperanza de que los recursos del fondo sean incrementados en una revisión en marzo.
“Si alguien puede mostrar su utilidad bajo su tamaño actual, el argumento en favor de su ampliación sería incluso mayor”, aseguró. Pero Draghi fue cauteloso sobre comentar en detalle el propio programa del BCE para la compra de bonos de gobiernos, que lo ha llevado a comprar más de 200 mil millones de euros principalmente de deuda del sur de Europa desde mayo de 2010.
Muchos políticos y economistas europeos sostienen que la única solución a la crisis es un masivo incremento en el programa, pero la enorme controversia que esto genera dentro del BCE fue subrayada durante el fin de semana luego de que el principal ejecutivo alemán de la institución dejara en claro que fue su rechazo a este programa lo que provocó su salida. Jürgen Stark, que dejará el cargo a fines de año, dijo en septiembre que estaba renunciando por “razones personales”. Ahora Stark ha dicho a una publicación alemana: “Existe un gran tema que explica (mi renuncia): No estoy satisfecho con la forma en que se ha desarrollado esta unión de monedas”. Draghi señaló que el programa seguirá estando justificado mientras los “canales” del mercado financiero por medio de los cuales sus decisiones de tasas de interés son transmitidas a la economía real se mantengan “seriamente afectados”.
Pero también destacó la prohibición de la UE de que el banco central financie a gobiernos. Consultado sobre si eso limitaba la compra de bonos por parte del BCE, Draghi enfatizó en cambio la necesidad de asegurar que los gobiernos “generen confianza en cuanto a su disciplina fiscal y reformas estructurales”.
Dio a entender que se opone a que el BCE establezca límites a los rendimientos de los bonos de los gobiernos de la eurozona o para el diferencial entre las tasas de interés de la deuda de Alemania y otros miembros de la eurozona. “La política monetaria no puede resolverlo todo”, advirtió.
Draghi también pareció descartar un “alivio cuantitativo” al estilo de EEUU y de Reino Unido, que se han embarcado en compras de bonos del gobierno a gran escala para impulsar el crecimiento económico. “Lo importante es restablecer la confianza de la gente, los ciudadanos al igual que los inversionistas, en nuestro continente. No lograremos eso destruyendo la credibilidad del BCE”.