¿Qué le aguarda a la economía en 2012? Comencemos mirando a los países ricos en problemas. ¿Hay una buena razón para esperar una recuperación? En realidad, no. La crisis de la eurozona podría terminar en un desastre que afecte a todo el mundo. Incluso la recuperación de EEUU probablemente será frágil. La sombra proyectada por los eventos ocurridos antes de 2007 pasa lentamente.
El consenso de las predicciones de diciembre sobre el crecimiento de este año son oscuras, especialmente para la eurozona, que se espera caiga en recesión. Se anticipa que las economías de Italia y España se contraigan, mientras las de Francia y Alemania crecerán de forma insignificante, al igual que el Reino Unido. Sólo Japón y EEUU podrían tener una expansión razonable en 2012.
Contextualicemos. En el tercer trimestre de 2011, Canadá fue el único miembro del G7 cuyo PIB estuvo bien por sobre su peak previo a la crisis. EEUU y Alemania estuvieron marginalmente por arriba, y Francia debajo. El Reino Unido, Japón e Italia están muy lejos. ¿Recuperación? ¿Qué recuperación?
Y eso considerando que la tasa de interés aplicada por los cuatro principales bancos centrales es el mismo 1% del BCE. Sus balances también se han ampliado fuertemente. Es más, entre 2006 y 2013, la proporción deuda pública-PIB saltará 56 puntos porcentuales en el Reino Unido, 55 en Japón, 48 en EEUU y 33 en Francia. ¿Por qué los resultados de las políticas fueron tan modestos?
El paradigma teórico dominante sostiene que no puede ocurrir una crisis financiera, siempre y cuando se garantice que no colapse la oferta monetaria. Según esto, lo único que paraliza a las economías son rigideces estructurales e incertidumbre inducidas por las políticas. En mi opinión, esto es un cuento de hadas, basado en teorías que reducen el capitalismo a una economía de trueque bajo un delgado velo monetario.
Creo que una interpretación más convincente es aquella que acepta que la gente comete errores importantes. La gran división está entre aquellos la escuela austríaca, que sostiene que los errores son cometidos por los gobiernos y la solución es permitir que un distorsionado edificio financiero colapse, y aquellos post-keynesianos que afirman que una economía moderna es inherentemente inestable, y que permitir que colapse nos llevaría de regreso a los años ‘30. Definitivamente soy parte de estos últimos.
En su profética obra de 1986, “Stabilizing an Unstable Economy”, el fallecido Hyman Minsky presenta su hipótesis de inestabilidad financiera. Lo convincente de su trabajo es que vincula decisiones de inversión orientadas por un futuro inherentemente incierto a los balances que los financian y de esta forma al sistema financiero. Según Minsky, el endeudamiento está determinado por el ciclo económico. Un largo período de tranquilidad provocará fragilidad: la gente subestimará los peligros y sobrestimará las oportunidades. Minsky habría advertido que la “gran moderación” contiene las semillas de su propia destrucción.
Los años previos a 2007 fueron testigos de un extraordinario ciclo crediticio, particularmente en EEUU, el Reino Unido y España, gracias a los crecientes precios inmobiliarios. La explosión de estas burbujas causó una explosión de déficit fiscales, mayormente automáticos, como anticipó Minsky. Fue uno de los tres mecanismos que evitó una gran depresión, mientras los otros fueron intervenciones financieras y monetarias. Las economías aún luchan con el ajuste post-colapso. Con tasas de interés cercanas a cero, los déficit fiscales de soberanos solventes ofrecen tres formas de ayuda: la demanda, el desapalancamiento y aumentar la calidad de activos privados.
¿Qué tan lejos ha llegado el desendeudamiento? En EEUU, bastante. En el tercer trimestre de 2011, la proporción de la deuda bruta del sector financiero frente al PIB estaba en el mismo punto de 2001, y la deuda de los hogares frente al PIB, en el de 2003. EEUU está listo para la recuperación, a pesar de estar limitado por un ajuste fiscal prematuro, un desapalancamiento aún en curso, riesgos en la eurozona y, quizás, mayores precios del petróleo. La recuperación también se hará sobre las bases de una economía desequilibrada.
La fragilidad de la eurozona es aún mayor. La OCDE anticipa una reducción del déficit fiscal subyacente de 1,4% del PIB entre 2011 y 2012, frente apenas un 0,2% del PIB en EEUU. Sin embargo, el mayor peligro para las economías más débiles de la eurozona será que los sectores público y privado buscarán reducirse de forma simultánea. Esta es una receta para una caída profunda y prolongada. Los soberanos insolventes están atrapados en un esfuerzo probablemente fatal de un ajuste fiscal en ausencia de un sector privado adecuado y compensaciones externas. Para estos países, una recesión a nivel de la eurozona es una calamidad, ya que impide el ajuste externo que necesitan. Ante eso, la oferta del Banco Central Europeo de dinero barato para los bancos que podrían adquirir bonos de los países en problemas es poco más que un paliativo, inteligente pero inadecuado.
Los países ricos han comenzado a realizar una serie de experimentos fascinantes. Uno fue la desregulación del sector financiero y un crecimiento basado en el sector inmobiliario. Fracasó. Otro fue una respuesta fuertemente intervencionista a la crisis financiera de 2008. Funcionó, más o menos. Pero otra es el desendeudamiento post crisis y un retorno a posiciones fiscales y monetarias más normales. El resultado está pendiente. Sin embargo, en la eurozona este giro hacia la austeridad fiscal se realiza simultáneamente con un experimento aún mayor: la construcción de una unión monetaria alrededor de un núcleo estructuralmente mercantilista entre países de escasa solidaridad fiscal, sistemas bancarios frágiles, economías inflexibles y competitividad diversa. Buena suerte para 2012. Todos la necesitaremos.