India no debe cambiar el rumbo por la crisis
¿Qué significan las crisis financieras y económicas de los países de altos ingresos para los países emergentes y en desarrollo?
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¿Qué significan las crisis financieras y económicas de los países de altos ingresos para los países emergentes y en desarrollo? Hablé sobre esto en Nueva Delhi, en una discusión auspiciada por la Federación de Cámaras de Comercio e Industria India (FICCI), la Sociedad de Confianza y Unidad del Consumidor (CUTS) y Financial Times. La conclusión que saqué fue que la crisis es peligrosa. Pero esto no es tanto por sus efectos directos. Es mucho más por las lecciones que podrían extraerse. Hay que sacar las lecciones correctas, no las equivocadas.
En los años desde que la crisis financiera irrumpió en los países de altos ingresos, el desempeño económico de los países emergentes más grandes ha sido notable. Incluso incluyendo la desaceleración pronosticada para 2012 en la reciente actualización del Panorama Mundial Económico del FMI, el PIB de India debiera crecer 43% entre 2007 y 2012. Esto está por debajo del aumento de 56% de China. Pero es muy superior al 2% de los países de altos ingresos.
Esta es una revolución. También muestra un fuerte desacoplamiento. Aprendimos a fines de 2008 que un gran shock en los países de altos ingresos tendría un efecto adverso en las economías en desarrollo. Pero los gigantes asiáticos quedaron relativamente sin consecuencias. Encontraron formas de compensar el impacto.
¿Sería ese el caso otra vez? El peor impacto probable podría ser una combinación de un salto en los precios del crudo, quizás tras el conflicto en el Golfo, con el colapso de la eurozona. Lo último inutilizaría temporalmente, si no destruye, el sistema financiero de la eurozona. Eso generaría grandes impactos globales, a través del comercio, envíos de dinero, incertidumbre financiera y omnipresente incertidumbre.
También se podrían identificar riesgos dentro de las grandes economías emergentes. China, en particular, podría ser incapaz de compensar otra recesión profunda en los países de altos ingresos con una enorme alza en la inversión financiada por crédito, como lo hizo hace tres años. De acuerdo al economista Andy Xie, las inversión de activos fijos alcanzó 65% del PIB. Es casi imposible imaginar que la tasa de inversión pueda subir más, sin arriesgar una gran resaca de capital innecesario y un subsecuente colapso de la inversión.
Otro “estallido” global, posiblemente peor que el de 2008 también dañaría a la economía de India. En su reporte de Perspectivas Económicas Globales, el Banco Mundial notó que las “condiciones hoy son menos propicias para los países en desarrollo que en 2008”. India tiene altos déficit fiscales y una alta tasa de refinanciamiento para deudas públicas. Con un déficit de cuenta corriente cercano a 4% del PIB en 2010, sería vulnerable a otro gran impacto global.
Pero estas amenazas no debieran ser exageradas por dos razones. Primero, los escenarios son posibles, pero están lejos de ser probables. Los riesgos a la baja son grandes, como nota el FMI, pero son sólo eso: riesgos. La eurozona podría hacer lo correcto, al final. De modo similar el conflicto con Irán podría evitarse. Segundo, un país vasto y relativamente pobre como India aún puede generar un crecimiento rápido al alcanzar a los países más ricos del mundo, casi a pesar del medioambiente global.
Observadores indios atentos están al tanto de que los principales obstáculos para un desarrollo económico rápido son internos, no externos. Entre las restricciones evidentes hay fracasos de gobernancia, incluyendo un gasto derrochador en subsidios en todos los niveles gubernamentales, un récord nefasto en la provisión de educación y salud a gran parte de la población, leyes laborales rígidas, infraestructura inadecuada y costosas restricciones para los usos eficientes de la tierra. Gran parte de esto se halla en la excelente colección de ensayos de Shankar Acharya, ex consejero económico del gobierno de India*. Pero esos fracasos son oportunidades. Dado lo bien que India se ha desempeñado pese a estas desventajas, considere lo bien que le iría sin ellos.
El mayor peligro de un posible impacto económico global sería indirecto, no directo. Vendría a través de un retroceso en las reformas. Veo dos amenazas. La primera y menos importante sería una consecuencia de las respuestas globales. Hasta ahora, la respuesta regulatoria, al menos en finanzas, no parece probable que dañe a India. El sistema financiero indio, por ejemplo, no empeoraría si adopta las nuevas normas globales, e incluso tal vez mejoría. Una amenaza mayor vendría de imitar un proteccionismo externo.
La segunda y mayor amenaza sería una adopción indiscriminada de la idea de “capitalismo-en-crisis”. De la misma forma, podrá recordarse, una de las peores consecuencias de la Gran Depresión de 1930 fue la adopción de políticas anti-comercio y anti-mercado en gran parte del mundo en desarrollo después de la II Guerra Mundial. Sería una catástrofe si cualquier respuesta así ocurriera, cuando “la reforma y la apertura”, como los chinos la llaman, ha empezado a funcionar tan bien, incluso en India.
El punto crucial es que lo que pasó no es una crisis de la economía de mercado, sino una de ideas equivocadas al respecto. Los mercados competitivos, apoyados y regulados apropiadamente siguen siendo, sin comparación, los medios más exitosos para generar incrementos sostenibles de riqueza.
Para India, donde tantos mercados son innecesaria y desastrozamente distorsionados por invertenciones gubernamentales contraproducentes, esto es inmensamente cierto. Pero al hacer lo que no debieran hacer, los gobiernos indios a menudo han fracasado en hacer lo que debieran hacer: crear las condiciones para un crecimiento amplio y sostenidamente compartido.
¿Entonces, cuáles son las conclusiones? Primero, el destino de India está en sus manos. Segundo, las reformas que tuvieron sentido antes de la crisis, también lo tienen ahora. Tercero, India debe blindarse a sí misma contra riesgos macroeconómicos, particularmente de déficit fiscales excesivos, una integración mal manejada con el sistema financiero global y en el largo plazo un crédito interno fuera de control. Por último, los indios debieran resistirse a la noción de que las crisis prueban que las economías de mercado no funcionan.
* India tras la Crisis Global, Orient BlackSwan, 2012.