Por Ralph Atkins en Frankfurt y Tracy Alloway en Londres
Si la solución a la crisis de la eurozona era una “muralla de dinero”, ésta fue proporcionada ayer por el Banco Central Europeo (BCE). Más de 500 bancos pidieron prestados un total de 489 mil millones de euros a tres años, la mayor cantidad facilitada por la entidad en una sola operación de liquidez.
Bajo Mario Draghi, su presidente desde el 1 de noviembre, el BCE ha resistido la presión política para aumentar la intervención en los mercados de deuda soberana. Al inundar con fondos el sistema financiero, el BCE esperaba lograr al menos tres objetivos: minimizar el riesgo de un dañino colapso bancario, evitar una “sequía de crédito” que hunda a la eurozona en una profunda recesión y, en cambio, aliviar el estrés en los mercados de deuda soberana.
¿Funcionará el plan? La mayor parte eran fondos que fueron trasladados desde instrumentos de préstamo de corto plazo de la entidad. Sólo unos 190.000 millones de euros eran recursos frescos, pero el BCE espera que el mayor plazo haga la gran diferencia, dando más seguridad a los bancos y permitiéndoles pensar de forma más estratégica.
Inicialmente, los fondos podrían quedar en los depósitos del BCE, pero a partir de comienzos de 2012 probablemente los bancos comenzarán a usar los recursos como sustituto de los bonos bancarios por 230.000 millones que vencen el primer trimestre.
Draghi advirtió en el Parlamento Europeo que “la presión que experimentarán los mercados de bonos será realmente muy, muy significativa, cuando no, sin precedentes”. Sin los fondos del BCE, el riesgo hubiera sido que los bancos redujeran sus balances y recortaran el crédito a la economía real.
Con sus fondos garantizados, la disposición de los bancos a prestar a la economía real podría subir gradualmente. Gilles Moec, economista de Deutsche Bank, dijo que la mayor operación de liquidez previa del BCE, que suministró a los bancos préstamos a un año por 442 mil millones de euros, en junio de 2009, ayudó a pavimentar el camino para aumentar los préstamos el año siguiente.
Sin embargo, descartó un impacto inmediato. “Esto no va a ayudar a la economía de la eurozona antes de terminar la primera mitad de 2012”. Añadió que los bancos se verán limitados por una mayor regulación y que la recesión en muchos países de la eurozona frenará la demanda de crédito de consumidores y negocios.
Al reducir el estrés de los bancos, el BCE debería aliviar la presión que sufren los gobiernos de la eurozona en crisis. Los efectos probablemente serán mayores en España e Irlanda, donde los problemas fueron creados inicialmente por bancos en dificultades, más que un débil control de las finanzas públicas.
Nicolas Sarkozy, presidente de Francia, y Christian Noyer, presidente del banco central galo, han sugerido que los fondos del BCE sean reinvertidos en deuda pública a gran escala, una especie de “alivio monetario” por la puerta trasera.
“No lo es en estricto sentido, pero el efecto en el mercado no podrá negarse”, dijo Stephane Deo, economista de UBS.
Otros se mantienen más escépticos porque la tendencia es deshacerse de la deuda emitida por países en crisis. Incluso es altamente discutido cuánto del dinero prestado por el BCE en una operación similar en 2009 terminó yendo a parar a bonos públicos.
Esta vez, el BCE no cree haber dado una respuesta definitiva a la crisis, pero sí haber dado un paso en la dirección correcta.