Europa espera con incertidumbre y suspenso
el resultado del referéndum en Irlanda sobre el Tratado de Lisboa,
ya que el recuento no comienza hasta mañana, cuando se conocerá la
suerte de un texto considerado clave para una Unión Europea ampliada
a 27 países.
El Tratado firmado el 13 de diciembre de 2007 en Lisboa por los Jefes
de Estado o de Gobierno de los Veintisiete dotará a la UE de las
instituciones modernas y reforzará la democracia en la UE, consolidando su capacidad para promover día a día los intereses de sus ciudadanos.
El tratado viene a reemplazar a la fallida Constitución Europea y reforma los dos tratados actuales, es de la Comunidad Europea y el de la Unión Europea.
Al cierre de los colegios electorales, la afluencia a
las urnas se situaba en torno al 40% ó el 45%, según
estimaciones de la Radiotelevisión Irlandesa (RTE).
En el primer plebiscito celebrado en Irlanda sobre el Tratado de
Niza en 2001 apenas un 34,7% de los ciudadanos ejerció su
derecho al voto y acabó rechazando ese texto, mientras que un año
después la participación subió hasta del 48,45% y el país
adoptó aquel documento.
Fuentes oficiales consultadas por EFE indicaron hoy que la
participación en la consulta popular de hoy "parece estar más
cerca del segundo referéndum de Niza que del primero, lo cual es una
buena señal para el 'sí'".
El veredicto de las urnas se anunciará a media tarde de mañana,
un viernes y 13, una coincidencia que quizá ponga nervioso a más de
uno en la supersticiosa Irlanda, el único país comunitario en el que
se usa la vía del plebiscito para refrendar la reforma de la que un
día fue Constitución Europea.
Los más pragmáticos preferirán centrarse en el único dato que,
dado el empate técnico que reflejaban los sondeos entre el "sí" y el
"no", puede dar alguna pista sobre el resultado del plebiscito, es
decir, el del índice de participación.
Quedará por ver si el Gobierno y sus aliados durante la campaña
del referéndum -los principales partidos de la oposición, la mayoría
de los sindicatos y la patronal, entre otros-, han logrado motivar a
sus votantes y convencer, sobre todo, al 20% ó 25% de
ciudadanos que aún se declaraba indeciso.
Para dar ejemplo, el primer ministro irlandés, Brian Cowen, votó
temprano y aseguró que su campaña sobre el referéndum ha sido
"positiva y honesta", al tiempo que confió en una victoria final del
"sí".
"He conducido la campaña lo mejor que he podido. Hemos hecho una
campaña positiva y honesta", dijo Cowen, que acusó a los partidarios
del "no" de aumentar los "niveles de confusión y miedo" entre la
ciudadanía con cuestiones que "ni siquiera están en el Tratado".
La independencia fiscal irlandesa, su neutralidad, su pérdida de
influencia en la toma de decisiones en la UE, las políticas
económicas ultraliberales de Bruselas y hasta el aborto o la
eutanasia han sido algunos de las asuntos esgrimidos por los
diversos y variopintos grupos opuestos al Tratado.
Grecia, Finlandia, Estonia y Luxemburgo ya dieron el sí a este tratado, que se constituye como el Plan B de la UE, luego del fracaso de la Consititución europea. Los Estados miembros se fijaron como objetivo la entrada en vigor el 1
de enero de 2009, es decir, unos meses antes de las elecciones al
Parlamento Europeo.