Economía

Rosental Alves: "Los gobernantes mentirosos se sintieron empoderados porque ya no necesitan a los medios"

El académico dice que los gobernantes mentirosos están empoderados porque ya no necesitan a los medios, “hablan directamente con la gente”.

Por: Ignacio Gallegos F. | Publicado: Jueves 22 de noviembre de 2018 a las 04:00 hrs.
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En 27 años de periodismo y otras dos décadas en la academia, Rosental Alves ve un entorno “radicalmente distinto” para los medios de comunicación que el que había en el pasado. Mientras algunos hablan de una cuarta revolución industrial, el fundador y director del Centro Knight para el Periodismo en América de la Universidad de Texas, prefiere describir el momento actual como una “transición de lo industrial a lo digital”, que ha traído desafíos a la disciplina del periodismo.

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Entre ellos están las noticias falsas, que este año se diseminaron ampliamente durante la campaña presidencial de Brasil y en 2016 ya lo habían hecho en Estados Unidos. “No es un fenómeno nuevo, pero antes los rumores no encontraban piernas”, señala el experto, quien hoy participará de un foro sobre el tema organizado por la ANP y la Universidad Católica en la Sofofa.

“En este ecosistema digital, cualquier persona se puede volver un medio de comunicación y cualquier robot puede volverse muchas personas”, señala. “La vieja táctica de diseminar desinformación ganó una especie de catalizador”.

- ¿Cuál fue el rol de las noticas falsas en Brasil, por ejemplo?

- Un fenómeno muy latinoamericano y extremadamente brasileño es que WhatsApp se volvió un instrumento muy eficaz para la diseminación de noticias falsas. En Brasil, toda la vida de la gente está en Whatsapp, hasta las visitas al médico. El equipo de (Jair) Bolsonaro, incluso desde antes la campaña, fue muy activo a través de WhatsApp. La izquierda y los partidos tradicionales de derecha y centro nunca lo entendieron, y el periodismo tampoco. Hubo un uso de WhatsApp muy orgánico, espontáneo, de gente movida principalmente por la rabia hacia el Partido de los Trabajadores y Lula (da Silva).

- ¿Hay un factor emocional?

- Sí. No es que la gente disemine noticias falsas porque sabe que es falsa o ni siquiera porque piensa que es verdad. Es más movido por la emoción. Es algo que le gustaría que fuera verdad. Y no sólo en Brasil. También pasó en el plebiscito de Colombia (en 2016): la utilización científica de las emociones en la diseminación de información falsa.

- ¿Cómo se acomoda el periodismo a este nuevo escenario?

- En mi generación, no nos preocupábamos mucho por los rumores, porque éramos los únicos que teníamos el altavoz. Nos costaba mucho decidir desmentir una noticia falsa, porque podíamos ayudar a diseminarla más. Pero ahora no podemos darnos ese lujo. El fact-checking se volvió tan prioritario, que es un género nuevo del periodismo.

- ¿Y las redes sociales? ¿Necesitan una adaptación también?

- Las plataformas digitales están poniendo muchos recursos en intentar controlar los abusos en redes sociales y motores de búsqueda. Esa es una buena noticia. Estamos en un punto de inflexión: las empresas están saliendo de su estado de negación, porque decían “somos apenas plataformas tecnológicas neutrales, no somos medios”. Pero son medios y no son neutrales. El próximo año será muy importante en EEUU, porque la mayoría demócrata en el Congreso intentará seguir los pasos de Europa en regulación. Después vendrá América Latina. Va a haber más cuidado, pero estamos lejos de una solución.

La mentira empoderada

Hasta septiembre de este año, el New York Times contaba más de 5 mil mentiras del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desde que ganó las elecciones hace dos años. No es que los gobernantes no mintieran antes, dice Alves, pero ahora lo hacen directamente.

“Los gobernantes mentirosos se sintieron empoderados con la desintermediación: ya no necesitan a los medios. Hablan directamente con su gente. Ahí sí hay necesidad de enfrentarse con las mentiras”, señala. “Pero también hay un debate de cuándo un periodista puede hablar de mentira”.

- ¿Qué piensa usted?

- Cuando está claro, pero no siempre es fácil. La mentira implica que la persona sabe que algo no es verdad y lo cuenta para llegar a un objetivo preestablecido. No todo lo que no es cierto es necesariamente mentira.Y para saber la intención habría que estar dentro de la conciencia de la persona. Tampoco el periodista debe usar el término “mentira” muy gratuitamente.

- ¿Y la verdad? ¿Estamos en una era en que la gente cree los hechos que quiere creer?

- Los periodistas siempre fuimos muy arrogantes con la audiencia. Les hablábamos desde arriba. Nuestra actitud tiene que ser muy distinta. Hace más de quince años se comenta en EEUU que el periodismo dejó de ser un sermón y pasó a ser una conversación. No sólo necesitamos entender a la gente: necesitamos que la gente nos entienda, que sepa cómo es nuestro trabajo. De alguna manera tenemos que decir que es un trabajo profesional, estudiado.

- ¿Y cambiar el modelo de negocio?

- Los diarios para pasar esta tempestad tienen que diversificar sus fuentes de ingreso. No es sólo en cobrar al lector, sino crear otros negocios, como eventos, que pueden ayudar y que sean compatibles con la actividad del medio. El muro de pago es parte de la solución, pero no me parece que sea la única.

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