Por Renato García Jiménez
Elon Musk es un visionario. En cada uno de los negocios que ha emprendido en los últimos años está impulsando una revolución que promete cambiar al mundo. Y Tesla, su fabricante de autos eléctricos de lujo, no podía ser la excepción.
No sólo por sus planes de masificar el mercado de autos eléctricos en un plazo de tres años, desarrollando una extensa red de estaciones de recarga en todo Estados Unidos. Musk está embarcado también en la construcción de la mayor fábrica de baterías de litio del mundo, a la que ha bautizado como “Gigafactory”. Según los expertos de la industria, el proyecto representa un salto en la industria automotriz sólo equiparable con Highland Park, la planta donde Henry Ford instaló la primera línea de montaje, en 1913.
Con una inversión cercana a los US$ 5 mil millones, el edificio tendrá una extensión de 930 mil metros cuadrados construidos, la misma superficie que 80 locales de Home Depot o 50 portaaviones, y dará empleo a 6.500 trabajadores.
Aunque se espera que comience a funcionar en 2017, cuando esté plenamente operativa, en 2020, su capacidad de producción superará toda la capacidad mundial actual, y será suficiente para equipar a medio millón de vehículos al año, catorce veces más que los que se fabricaron en 2013. La fábrica reducirá además los costos de producción en más de 30%.
Del Modelo T al Modelo S
Esa enorme capacidad estará destinada a suplir los problemas de insumos que hoy están frenando el crecimiento de Tesla, y permitir una expansión exponencial en las ventas.
De hecho, Tesla acaba de llegar a China con su primer embarque. Aunque sólo fueron ocho unidades, el evento se celebró como un hito histórico, donde se inauguró además la primera estación de recarga del país, porque Musk proyecta que la potencia asiática superará a Estados Unidos como su principal mercado a partir de 2015, y prevé comenzar a fabricar autos en ese país dentro de tres o cuatro años.
Al igual que el Modelo T de Ford, a comienzos del siglo XX, los planes de masificación de Musk incluyen recortar drásticamente los precios de sus vehículos. Para ello, en paralelo a su Gigafactory, Tesla está trabajando en una tercera generación de autos que se venderían por menos de la mitad que los US$ 71 mil que vale actualmente su Modelo S.
Para ello también será clave reducir los costos de las baterías. Cuando Tesla comenzó a producir el Modelo S, hace cinco años, el precio de las baterías de ion litio era cercano a los US$ 1.000 por kilowatt hora (kWh). Actualmente se estima que los costos han caído a entre US$ 400 y US$ 750 kWh. Eso significa que el paquete de baterías de 85 kWh del Model S cuesta entre US$ 34.000 y US$ 63.750.
Según un estudio de Boston Consulting Group, los precios tendrían que caer todavía más, a cerca de US$ 200 por kWh, para que los autos eléctricos puedan ser competitivos frente a los vehículos a combustión interna tradicional.
Impacto en otros sectores
Aunque sus planes de expansión son ambiciosos, la capacidad de la Gigafactory superará la demanda de la propia compañía. La mega planta no sólo abastecerá a otras automotrices, sino que también producirá equipos de almacenamiento para SolarCity, otra de sus empresas, y para toda la industria de energía solar y eólica, cuyo desarrollo está limitado por la baja capacidad actual de reserva. Los nuevos desarrollos están ayudando a moderar las fluctuaciones en el suministro de las energías renovables, de manera que sea más parejo y estable.
La producción también estará enfocada al mercado de equipos de reserva para una serie de otras aplicaciones, desde torres de antenas celulares hasta redes vecinales de energía. En este sentido, la apuesta por la Gigafactory pretende incrementar la densidad de la energía, es decir, la cantidad de energía que se puede acumular en una masa dada de batería. El paquete de baterías representa actualmente cerca de 30% del peso del Modelo S. Baterías más pequeñas y livianas no sólo dejarán más espacio disponible en el auto sino que incrementarán su autonomía más allá de las 300 millas actuales.