Hace unos días atrás, el Ministro de Economía, Luis Céspedes, anunció el regreso de la otrora política industrial (PI), pero en su versión moderna, para cambiar la estructura productiva de nuestro país y avanzar sostenidamente hacia el desarrollo.
Con frecuencia, para buscar evidencia de la PI se recurre a Asia del Este, que por tres décadas experimentó altas tasas de crecimiento económico y productividad, alcanzando el desarrollo. Sin embargo, el manejo de estos países fue diverso: desde el laissez faire en Hong Kong hasta las políticas selectivas de Japón y Corea. Para el especialista en desarrollo económico, W. Easterly, la pregunta correcta que debe hacerse es: ¿cuál es la probabilidad de que un país que adopta una política industrial sea exitoso y mantenga un ritmo de crecimiento económico elevado y sostenido en el tiempo? Según la evidencia acumulada por Easterly, esta probabilidad es bastante baja. Estudios de Noland y Pack nos muestran cómo sectores apoyados con políticas selectivas en Japón, experimentaron un menor crecimiento que los que no recibieron apoyo durante igual período.
En el caso de Chile, durante el primer gobierno de Bachelet se implementó una PI selectiva, definiendo “ex ante” cinco clusters con ventajas comparativas. Una política poco reveladora y novedosa respecto de los sectores elegidos y sus evidentes ventajas comparativas; más bien tímida en sus apuestas y bastante frágil y redundante en su institucionalidad. Se utiliza el sector de servicios globales como el caso de éxito de esta política, sin embargo, no existen contrafactuales que permitan afirmar que sin el apoyo del Estado este rubro no habría logrado un dinamismo igual o superior al alcanzado durante el período. Así es como la OCDE en su último informe sobre PI, indica que la evidencia empírica sobre los resultados de estas políticas en el pasado es poco clara en su relación causa-efecto, y por lo tanto es necesario avanzar en un mejor monitoreo y evaluación en el futuro.
El camino para que Chile siga avanzando, mejore la productividad y alcance el desarrollo, sigue vigente: una política macroeconómica y fiscal responsable y focalizada; altos niveles de ahorro e inversión; promoción del emprendimiento y la innovación; y mejoramiento del capital humano básico y avanzado. Todos ellos en un trabajo conjunto y coordinado entre el sector público y privado eliminando trabas y promoviendo incentivos para que las empresas crezcan y se desarrollen.