Como parte de su estrategia global la empresa química Basf, incorpora la innovación. Sin ir más lejos, en 2015, invirtió en ella 1,8 billones de euros, equivalentes al 2,5% de su facturación total. Y como meta regional proyecta que un tercio de sus ventas provenga desde innovación a 2025.
Sólo en Sudamérica tienen 80 proyectos en el área, 11 de ellos en Chile, los que se materializan en sus laboratorios en Antofagasta, Concón, y Enea dedicados a Investigación y Desarrollo e Innovación (I+D+i).
Susana Nahum, consultora en Innovación para Chile y Perú de Basf, comenta que en 2015, avanzaron en institucionalidad, creando un Comité de Innovación el que aprueba las ideas y su financiamiento. Tales iniciativas se levantan con clientes y se formulan inicialmente como “casos de negocio” para ver su factibilidad en diferentes áreas como agricultura, minería o construcción.
Nuevos usos para el Quillay
Parte de sus investigaciones en agro son los desarrollos a partir del Quillay, un árbol nativo de la zona central de Chile. En esta línea cuentan con QLagri 35, un producto agroquímico para el control de nemátodos -parásitos que atacan a los cultivos- en vides y cítricos. No obstante, hoy buscan nuevas aplicaciones del árbol para nutrición humana, animal y cosmética.
“Trabajamos en la purificación del extracto de Quillay para darle otros usos fuera de la agricultura y aprovechar sus propiedades como espumante, aclarante y digestivo”, explica Nahum.
Adelanta que a partir de 2018 planean producir gradualmente 700 mil litros en productos biológicos en base a extracto de Quillay para mercados latinoamericanos, europeos y del norte de África.
Envases biodegradables
La firma se propone al mediano plazo entrar al mercado del reciclaje con envases biodegradables, a través del proyecto ´futuro compostable´, que comenzó en abril y se extenderá por 11 meses en nuestro país.
La ejecutiva explica que esta incursión de la compañía busca facilitar a las municipalidades su entrada al ciclo del reciclaje domiciliario. Para ello, Basf brindará asesoría a municipios y fabricará bolsas biodegradables bajo la marca Ecovio, en base a su experiencia en Estados Unidos y Alemania, de manera de adaptar procedimientos y productos a la realidad y normativa local.
Las bolsas producidas serán comercializadas a los municipios para usarlas en la recolección de residuos orgánicos desde las casas. “Con ello se aporta al cierre del ciclo de reciclaje domiciliario. Hoy el mercado es inmaduro, y a pesar de que existen muchas iniciativas la cadena no está completa”, comenta Nahum.
La segunda fase del proyecto contempla fabricar otros envases y embalajes biodegradables.