El aterrizaje de exfiscales de empresas en los estudios de abogados
Socios de firmas jurídicas cuentan a DF sus motivaciones para hacer ese “giro” desde el mundo de las corporaciones a las oficinas legales y cómo les ha ido en el intento.
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En los últimos años el fortalecimiento de las gerencias legales de las empresas y el empoderamiento de los denominados General Counsel (GC) han hecho que muchos abogados corporativos migren hacia esas lides. Sin embargo, hay quienes optan por hacer todo lo contrario y apuestan por sumarse al cada vez más competitivo mundo de las oficinas corporativas.
¿Qué los motiva? En principio la necesidad de hacer algo distinto, que los desafíe y los saque de su zona de confort. Así es como algunos justifican esta radical decisión.
Algo de eso le sucedió a Natalia Lecaros, quien con una extensa trayectoria en la industria financiera, y tras casi 17 años en la gerencia legal de Banco Falabella, se replanteó continuar en el mundo corporativo, a fines del año pasado. “Tenía la necesidad de hacer algo distinto, pero sentía que cambiarme de una empresa a otra no era suficiente; me ofrecieron esta posibilidad que me hizo mucho sentido porque es entrar a un estudio donde puedes ver distintos clientes y de distintas industrias; eso ya para mí es un gran desafío”, explica la hoy socia del estudio Saavedra & Cia Abogados.
Para el exdirector legal de American Tower, Cristián Casanova, quien hace algunas semanas se unió como socio a NDI Abogados, sus motivaciones tienen que ver con lo “estrictamente vocacional”. “Sentí que existían muchas oportunidades de poder traspasar mi experiencia de asesor hacia otras áreas…Tenía la expectativa de ser parte de una entidad en cuyo desarrollo mi rol podía ser más estructural, poder hacer efectiva toda la experiencia de gestión que tenía, como la creación y manejo de equipos, el desarrollo de metas y objetivos comunes”, detalla el experto.
Razones más personales también son parte de esta búsqueda. Y es que después de 25 años trabajando para distintas multinacionales, principalmente del rubro minero, el actual socio de Puga Ortiz, Francisco Allendes optó por hacer este cambio en pleno estallido social y a comienzos de la pandemia.
“Me replanteé qué hacer en el futuro, teniendo como opciones el volver a la industria o derechamente ser un asesor externo. En el intertanto, tuvimos que enfrentar como familia una enfermedad grave de mi hijo menor…Mi decisión fue aceptar la opción de ser socio de un estudio jurídico; me motivó explorar algo distinto a lo que había hecho en los últimos años y poder aplicar todo lo aprendido de una forma diferente, quizá fuera de mi zona de confort”, reveló.
Saldo positivo
A la fecha, el balance preliminar que hacen estos tres socios es bastante favorable. Coinciden en que el principal aporte de su arribo a las oficinas legales es la posibilidad de entregar una visión “más rica, integral y aterrizada del negocio”, marcando diferencia con los asesores un poco alejados de la realidad y el día a día de las compañías, asegura Lecaros.
¿Lo malo? Aunque no se explayan en aspectos negativos, Allendes relata que no estar internamente en una empresa trae costos, “como no estar en las grandes decisiones, dejar de interactuar con distintos equipos y la adrenalina asociada a ello, tener sueldo fijo, bonos, Stock Options, entre otras cosas”.
Pero se apura también en mencionar las ganancias, como es “elegir a los clientes y con quien trabajar, aportar la experiencia pasada no solo en un requerimiento específico sino con análisis estratégico, de riesgos, dedicarles todo el tiempo necesario hasta resolver sus problemas, y un mayor balance entre la familia y el trabajo”, destaca el exejecutivo de Teck.
Casanova, en tanto, menciona otros beneficios como la obligación de plantear la forma de prestar servicios desde una mirada más propia. “El desarrollo y éxito del proyecto como independiente, depende más de nosotros mismos, lo que nos obliga a disponer de nuestro tiempo y capacidades en beneficio de nuestros clientes de la manera más profesional posible”.
Redes de contactos y proyectos regionales, la otra apuesta de los pioneros en este cambio de giro
Aunque su decisión de "pasar de cliente a asesor" tiene larga data, los socios del estudio BBGS, Claudio Campos y José Miguel Bambach previo a unirse en un proyecto común venían de una extensa trayectoria en el mundo corporativo. A casi una década de aquella determinación aseguran haber tomado el camino correcto. "Nos preparamos, reconocimos que teníamos habilidades comerciales y que éramos capaces de generar confianza. Nos ayudó tener relaciones internacionales gracias a que nos desempeñarnos en grandes empresas (Lipigas, Citibank, Enersis, Endesa y Latam Airlines)", y añaden -con orgullo- que el proyecto ha escalado y ya cuenta con oficinas en Perú, Colombia y México, que incluyen un área con la cual atienden a empresas como "verdaderos departamentos legales externos".
Luis Felipe Arze, socio de CMS Carey & Allende en los inicios de su carrera (hace 17 años), encabezó la fiscalía regional de Unilever y, aunque reconoce que en ese tiempo las gerencias legales no tenían el poder y la autonomía de hoy, sí lo marcó la experiencia adquirida. "Aprendí lo que quiere la otra parte, lo que busca la empresa de un asesor, esa respuesta rápida, concisa y entendiendo su negocio y, eso se lo trato de traspasar a los más jóvenes".
Por otro lado, Arze destaca la extensa red de contactos que hizo y que hoy están en posiciones de liderazgo en distintas industrias, donde muchos de ellos son sus clientes. Justamente este nexo es lo que lo llevó a liderar un ambicioso proyecto orientado a GC de la región, con reportes períodicos y mesas redondas que fomenten el networking.