“Andrés Velasco ya no es interlocutor válido para negociar”. Estas palabras, dichas por parlamentarios de la Democracia Cristiana el miércoles, ilustran el grado de insatisfacción que –dicen- existe en la Concertación frente al accionar del titular de Hacienda en la tramitación de varios proyectos, en los que el jefe de las finanzas públicas se ha visto obligado a ceder, evitando así estrepitosos fracasos para la actual administración.
Pero no es el único cuestionado. Los dardos también apuntan a sus colegas del equipo político, aunque por diferentes razones; al ministro de la Presidencia, José Antonio Viera Gallo, a quien se acusa de estropear la tramitación de la Ley General de Educación; al de Interior, Edmundo Pérez Yoma, por haberse ido de vacaciones en un complejo momento político; y al vocero de Gobierno, Francisco Vidal, por la mala relación con la bancada PPD, tienda a la que pertenece.
Contra la corriente
Las dificultades de Velasco partieron con la Democracia Cristiana cuando la tienda propuso rebajar el Impuesto al Valor Agregado (IVA), para lo que contaba con un importantísimo aliado, el titular del Interior, Edmundo Pérez Yoma. Sin embargo, la intervención del ministro de Hacienda ante el jefe de gabinete y la presidenta Michelle Bachelet, echó por tierra esa posibilidad.
El segundo impasse se escribió antes del 21 de mayo, cuando a los parlamentarios oficialistas se les dio prácticamente por confirmado que se eliminaba el 7% que pagan los jubilados a Fonasa, ítem que finalmente no fue incluido en la Cuenta Pública. Esto generó la molestia de los legisladores, quienes responsabilizaron a Velasco de interceder ante Bachelet para que la iniciativa fuese eliminada del discurso, en una reunión privada que ambos sostuvieron en Cerro Castillo, horas antes de que la mandataria expusiera ante el Congreso. A ello se suma que, a la fecha, ninguna de las 36 propuestas que el Senado aprobó en forma unánime para apuntalar la economía han sido consideradas por Hacienda, mientras la cita que los legisladores querían tener con la mandataria para conversar sobre ellas, sigue pendiente.
Así las cosas, el Congreso "le cobró la cuenta" a Velasco cuando ingresó el proyecto que otorgaba un bono de $20 mil, a un millón de familias de escasos recursos para enfrentar la inflación, el que estuvo a punto de fracasar. ¿La solución? El gobierno decidió incrementar el bono de invierno a los jubilados a $35 mil como condición para aprobar el bono.
Pero eso no fue todo. El persistente aumento internacional del precio del crudo y el consiguiente impacto que tiene en el costo de los combustibles a nivel local y, por ende, en la inflación, hizo crecer la presión para eliminar el impuesto específico que grava a los hidrocarburos.
Sin embargo, para hacer frente al aumento de precios, el gobierno optó por inyectar US$ 1.000 millones al Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC), decisión que fue calificada como "insuficiente" por el Congreso y así se lo hicieron sentir a Andrés Velasco, quien se encontró con un sólido muro de rechazo, formado por la DC y la Alianza. Sólo la intervención del vocero del Ejecutivo, Francisco Vidal, ante la falange, cediendo al incorporar el gas licuado al FEPC y aumentando el subsidio a la parafina, está permitiendo -apenas- salvar el proyecto, que dejó en un mal pie a Velasco como negociador por segunda vez: en el conflicto con el gremio camionero, el acuerdo que puso fin a la paralización que amenazaba con desabastecer a las ciudades se logró gracias a los oficios del ministro de Transportes, René Cortázar.
Fallas en el equipo
Las críticas al titular de Hacienda no significan, sin embargo, que la evaluación del resto del equipo político sea mejor. "Un ministro de Hacienda siempre va a estar en la picana, porque su pega es cuidar las arcas fiscales", reconocen los parlamentarios. El detalle está, agregan, en que "el equipo político se ve debilitado y en la medida que no actúa con prontitud, todo recae en Velasco, que es el que da la cara". Y es que el principal cuestionamiento que hacen a Viera Gallo y a Pérez Yoma es el escaso diálogo que mantienen con los parlamentarios y su poca presencia en Valparaíso. "Nos deja la sensación que el gobierno no nos está escuchando", dicen.
Además, en el mismo gabinete político hay abiertas diferencias con Velasco, a quien, según fuentes de La Moneda, consideran "tozudo" y "poco flexible".
Sin ir más lejos, la próxima semana se pondrá nuevamente a prueba la capacidad negociadora del gobierno con el Congreso, que en sus manos tiene la aprobación del FEPC, el reajuste del salario mínimo, la Ley General de Educación y los recursos para Transantiago.