El sector bancario británico tiene un nuevo actor relevante después de que Richard Branson haya acordado la adquisición de Northern Rock, la entidad hipotecaria que fue nacionalizada en 2008.
Virgin Money, el brazo financiero de Branson en el que también participa el inversor estadounidense Wilbur Ross con un 21%, pagará inicialmente US$ 1.168 millones (747 millones de libras) al Gobierno británico por Northern Rock, que tiene 75 sucursales en Reino Unido. El precio podría subir hasta los mil millones de libras en los próximos años en función del cumplimiento de determinadas condiciones.
Con esta operación, Virgin se convierte en el sexto grupo de banca minorista en el país, por detrás de Lloyds, Santander, Barclays, RBS y Nationwide.
Jaynne-Anne Gadhia, consejera delegada de Virgin Money, asegura que la operación crea un "nuevo competidor relevante" en el mercado minorista británico.
La filial de Branson ya tenía tres millones de clientes, sobre todo en el área de trarjetas de crédito, a los que atendía a través del teléfono e Internet. Con la compra de Northern Rock, suma un millón de consumidores, una cartera hipotecaria de US$ 22.092 millones y US$ 25.248 millones en depósitos. Además, se hace con una red de sucursales para atender al público.
Richard Branson ya intentó comprar Northern Rock en 2008, antes de que el banco fuera nacionalizado ante los problemas que tenía para financiarse en el mercado. El empresario también sondeó la adquisición de 318 sucursales de RBS, finalmente absorbidas por Santander, y ha estudiado pujar por otras 600 oficinas que vende Lloyds.
El Gobierno británico se queda con parte de los préstamos e hipotecas más problemáticos de Northern Rock. Los contribuyentes de Reino Unido han aportado 1.400 millones de libras a esta entidad desde su nacionalización.
Northern Rock fue la primera imagen de la crisis financiera en Reino Unido.
En septiembre de 2007, miles de personas hicieron cola en las oficinas para retirar sus depósitos, al conocer que el Banco de Inglaterra había tenido que prestarle dinero de urgencia ante los problemas de financiación en los mercados. Tras varios meses buscando un comprador para el banco, el Gobierno decidió rescatarlo. Más tarde, también inyectó capital en RBS y Lloyds para evitar su colapso.