Canciller Muñoz debió devolver lujoso reloj regalado por el embajador de Emiratos Árabes
El secretario de Estado recibió un reloj marca Longines “de alto valor comercial”.
- T+
- T-
Un ejercicio de transparencia extrema o un tanteo para ver si pasaba, podrían explicar la consulta que el ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz, le hizo a la Contraloría y que a mediados de este mes le respondió el propio titular de la entidad, Jorge Bermúdez.
La inquietud del canciller era conocer el sentido y alcance de lo dispuesto en la normativa sobre la aceptación de donativos oficiales y protocolares, así como aquellos que deben ser aceptados porque la costumbe, la cortesía y la buena educación obligan.
Claro que la consulta no fue planteada en términos abstractos, sino que a raíz de uno de los varios presentes que el secretario de Estado recibió con motivo de la Navidad: un reloj marca Longines “de alto valor comercial”, según lo calificó el propio ente contralor y que fue enviado por el embajador de Emiratos Árabes Unidos.
En una de las empresas que representa en el país al fabricante suizo explicaron que relojes de alta gama, como el que podría pensarse regalaría el diplomático de una federación que destaca por la riqueza de sus países miembros, tienen precios que van desde los $ 3 millones.
Como era de esperarse, la respuesta de Bermudez fue concisa “el referido regalo no puede considerarse como un donativo oficial o protocolar, ni tampoco cabe dentro de aquellos que autoriza la costumbre, en primer lugar, por su elevado valor comercial, y en segundo término, por tratarse de un objeto de estricto uso personal”, razón por la que ordenó restituir el objeto al embajador.
Así, el presente hoy no figura en los registros de la plataforma del lobby, donde aparecen “donativos” que Muñoz sí aceptó, como botellas de vodka que le dieron los embajadores de Rusia y Polonia: una manta para picnic de parte de la representante de Estados Unidos; una caja de té y un calendario que le dio el embajador de China, o una figura de cristal y la caja de dátiles enviados por los diplomáticos de Bélgica y Argelia.