Sin borradores, ni prejuicios
- T+
- T-
Conozco a Gerardo desde que fui su profesor de Derecho Tributario en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile y, luego a través de una larga vida como socios de la firma de abogados Cariola Diez Pérez-Cotapos. He trabajado con él desde que se unió, a muy temprana edad, a nuestra oficina. He visto también su desarrollo y crecimiento en ambos planos y puedo decir que es, ante todo, un gran ser humano.
Siempre lo he visto ayudando, por ejemplo, a los abogados jóvenes de la oficina, ayudando desinteresadamente a innumerables causas de bien común, como por ejemplo el Desafío Levantemos Chile, Educa UC, el Observatorio Judicial, etc. He observado también, y aún cuando él lo esconde por pudor, su ayuda a muchas personas necesitadas.
Esta característica suya lo ha hecho merecedor de muchas amistades.
Fiel a su naturaleza abierta y acogedora, sus amistades son variopintas y van desde colegas, políticos y empresarios hasta cercanos al mundo académico e intelectual.
Nuestro amigo es, en realidad, una versión actual del hombre del Renacimiento, que nace abierto al conocimiento y libre de prejuicios…
Gerardo es también, una de las personas más simpáticas que me ha tocado conocer. Me ha hecho reir a través de toda una vida y se lo agradezco profundamente pues no tengo ese don... No tengo ninguna duda que esa característica suya, tan escasa en nuestra idiosincrasia, y más aún en nuestro mundo político, será un muy buen aporte al gabinete y hará más llevaderos los momentos difíciles que les tocará afrontar.
Es de las personas que piensa en limpio, no necesita como la mayoría de los mortales, de pasar por borradores previos, lo que unido a un fino y agudo análisis de las norma legales, lo ha hecho uno de los más destacados abogados de Chile y también lo ha llevado a obtener triunfos judiciales en casos recientes y muy difíciles.
Nuestro futuro ministro, junto con su desarrollo como abogado, ha tenido siempre un fuerte interés por los asuntos públicos. Gerardo tiene un pensamiento político de índole liberal, alejado de los colectivos guiados por ideologías sino que, más bien cree y confía en el individuo como tal.
No cree que el Estado sea más sabio que los individuos o que el Estado sepa escoger alternativas más inteligentes que las personas.