Nancy Folbre: “La economía del cuidado puede ser más difícil de medir que otras inversiones, pero es crucial”
El tema, dice la economista y profesora de la Universidad de Massachusetts Amherst, es multidimensional, ya que los gobiernos deben entregar soluciones públicas, las empresas mejorar las políticas para sus empleados y las parejas repartir equitativamente la responsabilidad.
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Nos afecta a todos, pero recién con la pandemia pasó al primer plano. Antes del Covid-19 la "economía del cuidado" no era un concepto que se usara con frecuencia. La aplicación de cuarentenas nos obligó a reorganizar nuestra forma de trabajar, pero también nos llevó a implementar escuelas en nuestros hogares. Eso visibilizó la labor del cuidado y su importancia para la sociedad.
La economista estadounidense Nancy Folbre, profesora emérita de la Universidad de Massachusetts Amherst y autora de libros sobre el tema, describe que la economía del cuidado es "una forma de mirar más allá de los intercambios en el mercado. Es diferente a otras actividades económicas ya que no produce cosas, sino personas".
En conversación con DF, afirma que el concepto ha sido descuidado porque históricamente se ha visto el cuidado como una responsabilidad moral de las mujeres. Además, es una actividad que genera conflicto, porque nadie quiere asumir sus costos.
Folbre será una de las expositoras principales del Summit Redmad "Reactivación económica con equidad de género", que se realizará el miércoles 13 de octubre, a las 9:00 horas, y que será transmitido por df.cl.
- Usted menciona que el cuidado es una actividad que genera conflicto. Por ejemplo, quién debe hacerse cargo, si la esfera privada o la pública.
- Sí, tiene muchas dimensiones. Dentro de los hogares, puede ser entre marido y mujer. Pero en la sociedad civil, es entre la gente rica y la gente pobre, quién pagará la educación, la salud. Hay dimensiones transversales de conflicto al respecto.
- ¿Cuál es el impacto del cuidado de los niños para la sociedad en su conjunto?
- Cuando se hace referencia al cuidado infantil, idealmente queremos un sistema muy flexible que permita que las familias pasen el tiempo que quieran con sus hijos y que proporcione públicamente cuidado a quienes lo necesiten. Es decir, que facilite a las familias el equilibrio entre el trabajo remunerado y no remunerado, y que también beneficie a los niños. Tenemos algunos ejemplos buenos de regímenes de cuidado infantil que logran esos objetivos, y tienen resultados educativos y sociales. Pero tiene que ser un cuidado infantil de muy alta calidad y debe proporcionarse de una manera que sea flexible para las familias.
- ¿Qué experiencias puede mencionar?
- Los países nórdicos son probablemente el ejemplo más notorio, pero otros países del noroeste de Europa, incluida Francia, tienen un sistema de educación infantil muy eficaz que ha tenido mucho éxito en mejorar la salud de los niños y su aprendizaje. O se puede mirar algunos de las transferencias de efectivo condicionadas en países latinoamericanos. Creo que tienen limitaciones, pero también han mostrado beneficios tangibles. Dentro de Estados Unidos hay algunos estados que brindan más servicios que otros. Y en Canadá, la provincia de Quebec tiene un sistema de cuidado infantil famoso, muy vanguardista y de bajo costo.
Medición del cuidado
- Cuando se habla de economía, se habla de indicadores. ¿Cómo se puede medir la economía del cuidado?
- Hay muchas formas de hacerlo. Y, de hecho, hay un análisis de costo-beneficio bastante bueno y detallado de las inversiones en cuidado infantil en EEUU. Se comparó a dos grupos de niños, uno obtuvo una buena educación en la primera infancia y otro no, y los siguieron a lo largo del tiempo. Al primer grupo le fue mejor en la escuela, consiguió mejores trabajos, tuvo menos probabilidades de ir a la cárcel, etc. Entonces, se redujeron los costos sociales y también se mejoró la productividad. Esas son dos cosas que nos importan. Pero, por supuesto, hay otras cosas más intangibles. No queremos detenernos en el análisis de costo-beneficio, pero los economistas han usado esas herramientas para demostrar que las inversiones y la atención realmente dan frutos.
- ¿Cómo se puede construir una mejor estructura de cuidado?
- Hay que persuadir a los votantes de que conviene invertir en ello. Y por eso el vocabulario económico es tan importante. Durante años nos han dicho que cosas como que el cuidado infantil es un lujo, que los países pobres no pueden pagarlo, que la gente pobre no puede costearlo, que el gasto social va a ralentizar el crecimiento económico. Y creo que lo que están haciendo las economistas feministas es desafiar ese argumento y decir "no, eso no es cierto". Deberíamos invertir, vamos a obtener beneficios. Puede ser más difícil de medir y capturar que otras inversiones, pero es crucial. Y además, está mejor alineado con nuestros valores, con lo que creemos que es realmente importante y lo que nos importa como sociedad.
- Se han visto cambios en la pandemia ¿cree que se van a mantener?
- En EEUU, el Partido Demócrata ha elaborado una agenda muy ambiciosa para aumentar la inversión en el cuidado infantil, aumentar el apoyo a las familias en forma de un crédito fiscal por hijo y aumentar el apoyo para la asistencia comunitaria a los ancianos. Eso cubre todo lo que he dicho, pero está siendo bloqueado por el Partido Republicano. Ahora, ya sea que se implemente o no este año, es realmente innovador y es la visión más amplia que se ha articulado. Eso es una fórmula ganadora a largo plazo porque nos beneficia a todos.
Rol de los privados
- Hemos hablado de lo que puede hacer la sociedad ¿qué pueden hacer las empresas para fomentar la corresponsabilidad en el cuidado?
- Las empresas pueden ayudar de diversas formas. Pueden implementar mejores políticas para sus propios empleados. Pueden poner su peso político detrás de programas públicos eficientes y sostenibles para desarrollar recursos humanos. Dentro de los hogares y las familias las personas pueden compartir las responsabilidades del cuidado de los niños y otros miembros dependientes de manera equitativa. Ese es un proceso que está muy avanzado a nivel mundial. De alguna manera, eso es lo que impulsa la agenda política más amplia. Los jóvenes están mucho más abiertos a esta forma de ver el mundo que la gente de mi generación. Esa es una muy buena señal, creo que hemos hecho algo bien.
- Usted habla de elementos que son intangibles, pero relevantes para la economía ¿Sigue siendo el PIB una buena medida del éxito económico?
- Sí, es útil como una de las muchas medidas que existen. El problema es que se simplifica demasiado, como si fuera el indicador de todo lo que incluye. Es la tarjeta de puntuación del desempeño de un país y eso es un error. No tiene una correlación muy fuerte con la esperanza de vida, con la felicidad, con muchas de las cosas que nos gustaría pensar que el PIB puede comprar. Pero no lo hace, y deberíamos ser conscientes de eso para poder interpretarlo de una manera más significativa.