Mientras la presidenta del Senado, Isabel Allende, oficializaba su candidatura a presidir el Partido Socialista (PS), no faltaron los que inevitablemente recordaron su primera incursión en 2006, cuando el recién electo senador Camilo Escalona le propinaba una contundente derrota. En esa oportunidad el parlamentario era sin discusión el hombre fuerte de la colectividad y la de su retadora una osadía valorada, pero inútil. Ocho años después han cambiado las condiciones en que se enfrentan y en la tienda ven este choque como necesario para definir el rol que jugará el partido en la Nueva Mayoría, frente a la gradualidad o simultaneidad de las reformas y el tipo de liderazgo que guiará los destinos del socialismo.
Si bien con la oficialización de la candidatura, Allende termina con la incertidumbre que se había alojado en el PS y se desencadena la carrera por la conducción del partido, también se inicia un proceso que determinará el rol que jugará el socialismo en el futuro de la Nueva Mayoría. De allí la importancia que el entorno de Escalona le atribuye a esta contienda. Sin ir más lejos, el diputado Juan Luis Castro, uno de los pocos parlamentarios que está apoyando la opción del ex hombre fuerte del PS, sostiene que "el rol del partido es ser eje y ancla en la gestión del gobierno y al interior de la Nueva Mayoría". Porque hasta ahora, agrega, ha sido el permanente conciliador entre la Democracia Cristiana (DC) y el Partido Comunista (PC), postergando el liderazgo del bloque.
Quienes respaldan a la presidenta del Senado, en tanto, comparten esta mirada, pero dudan que sea Escalona el llamado a conducir al PS por esta ruta, simplemente porque su tipo de liderazgo "autoritario" -dicen- no se condice con "un partido más inclusivo" y contrasta con el carácter "colectivo" que Allende y sus adherentes le han impreso a su candidatura.
De ahí que para reafirmar tanto el concepto de "colectividad" como el de "diversidad", durante el acto de oficialización de su campaña interna se presentó un video en el que militantes con distintas características apoyan la candidatura de la senadora y concluyen con lo que será el slogan de campaña: "yo soy Allende", video que cierra la propia candidata, lo que da cuenta de que mientras aseguraba que aún no había una decisión tomada de competirle a Escalona, este material audiovisual estaba siendo elaborado.
Estilo de liderazgo
Todo da a entender que el estilo de liderazgo marcará la campaña interna del PS –cuyas elecciones son indirectas, pues se vota por los postulantes al Comité Central-. Y es justamente allí donde los allendistas calculan que tienen una amplia ventaja, pues el supuesto "autoritarismo" del ex senador se repite como un mantra entre adherentes de Allende y, en contraste, destacan que esta candidatura emergió a partir de un proceso colectivo, en el que la senadora "logró aglutinar a varias corrientes de partido, cosa que no es fácil".
La propia candidata destaca este elemento como el principal diferenciador con su adversario. Tras el acto de proclamación, Allende aseguró que "la gran diferencia está en que éste no es un proyecto personal, yo no he aceptado esta posibilidad y este desafío, sino sólo una vez que hicimos una rueda de conversaciones con todos y cada uno de los sectores del Partido Socialista".
En cambio, quienes apoyan a Escalona, como el diputado Castro, destacan "su capacidad de dar un sentido de continuidad a la Nueva Mayoría, de articulador de acuerdos y de negociador eficaz", cualidades que no tendría su rival política, aun cuando no se atreven a decirlo directamente. De hecho, Castro se hace cargo de algunas de las críticas más duras a Escalona, asegurando que "la idea de que Camilo es un obstáculo a las reformas es una caricatura", esto en el contexto de que se ha transmitido que una de las ventajas de Allende es su "cercanía y complicidad" con Bachelet, mientras que el ex senador perdió hace mucho la afinidad que lo unió a la mandataria en su primer gobierno.