El columnista Tim Harford se preguntaba en la edición de ayer de Financial Times si valieron la pena los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro que concluyen este fin de semana. “Económicamente, definitivamente no”, indicó. “Las ciudades anfitrionas tienden a pagar generosamente por el privilegio de albergar los Juegos Olímpicos, y reciben limitados beneficios en términos de infraestructura y de reputación”. Harford también recordó que no todos los gastos necesitan resultar en ganancias y a la luz de la experiencia de Londres 2012 los ciudadanos de la capital británica se sintieron orgullosos de ser anfitriones, aunque su entusiasmo duró poco.
Río 2016 ha demandado un costo estimado por los organizadores en unos US$ 4.100 millones en momentos en que Brasil atraviesa por la más profunda recesión económica desde la década de 1930 –este año se espera que el PIB se contraiga en torno a 3,5%- y una crisis política salpicada por los escándalos de corrupción que derivó en la suspensión de la mandataria Dilma Rousseff para ser investigada por adulteración de las cuentas fiscales.
Por cierto, los Juegos no han alterado las deprimentes cifras de actividad que se anticipan para este año. Pero hay cuentas alegres que hablan de los desafíos que enfrenta el gigante económico latinoamericano una vez que se apague la llama olímpica este domingo.
Según la empresa estatal de fomento al turismo Embratur se estima que los Juegos han atraído a unos 600.000 visitantes brasileños y unos 400.000 extranjeros, y el presidente de la entidad, Vinicius Lummertz, ha reconocido que ahora le corresponde al país adoptar medidas para no perder los logros alcanzados.
"En la inauguración (de los Juegos) le dijimos al mundo quiénes somos hoy y cómo nos sentimos y creo que todos nosotros, brasileños, estamos orgullosos de nuestro logro, alcanzado en medio de una crisis económica, de una crisis política, con una joven democracia fuerte, de una economía resistente y de una capacidad de organización que nos enorgullece a todos", dijo Lummertz recientemente, citado por Efe.
Según el funcionario, con los Juegos Olímpicos, la capacidad hotelera de Río de Janeiro saltó desde 20.000 habitaciones en 2009 hasta 60.000 cuartos en la actualidad, sin contar las 50.000 personas que ofrecieron en alquiler sus residencia mediante la aplicación Airbnb.
Según Lummertz, además de aumentar la promoción internacional, Brasil también tiene que seguir mejorando la seguridad, "aunque Río de Janeiro ya consiguió reducir los homicidios en un 50% en siete u ocho años", así como crear un ambiente de negocios propicio para el turismo.
Ha habido robos a visitantes y tiroteos no tan lejos de algunas sedes olímpicas, en una ciudad fascinante pero donde no causa sorpresa que existan asaltos o hechos de violencia especialmente en las favelas o poblaciones marginales que se apiñan en los cerros cariocas. En este contexto, el último hecho que causó noticia fue que -según fuentes policiales citadas por distintos medios brasileños- un grupo de nadadores estadounidenses, entre ellos Ryan Lochte, causaron destrozos en una gasolinera. Intervino la policía y los deportistas se habrían inventado la historia de un asalto para justificar el incidente.
"Las cifras de delincuencia en Río han caído dramáticamente durante los Juegos. En una ciudad de este tamaño, con tantos visitantes, es imposible evitar hurtos e incidentes. Con uno solo que haya, ya no estamos satisfechos. Pero los encargados de la seguridad están haciendo un trabajo sólido", dijo Mario Andrada, portavoz del comité organizador de los Juegos de Río.
Éxito televisivo
No es casual que el FT y el resto de los medios británicos hayan puesto su atención en Río de Janeiro de una manera particularmente especial en esta ocasión: los deportistas del Reino Unido se han alzado hasta llegar al podio del medallero olímpico y cada triunfo de sus seleccionados es seguido como imán en los televisores por todas las islas británicas.
El Comité Olímpico Internacional (COI) espera que al término de los Juegos, cerca de la mitad de la población mundial haya visto de alguna manera el máximo evento deportivo, en momentos en que la difusión por internet aumenta respecto a los canales tradicionales.
"La huella del alcance potencial de los Juegos está aumentando", dijo esta semana a periodistas Timo Lumme, director general de Televisión y Servicios de Marketing del COI, citado por Reuters.
La proyección del COI está en línea con la audiencia de los Juegos del 2012. El organismo dijo que 3.600 millones de personas alrededor del mundo miraron al menos un minuto de las competencias disputadas en Londres. La población mundial actual es de unos 7.000 millones.
Los hábitos de los espectadores cambian durante cada edición de los Juegos y ahora existe un número mayor buscando noticias olímpicas en línea o a través de las redes sociales, lo que ha fragmentado la audiencia tradicional.
Lumme dijo que los números de audiencia en América permanecen fuertes gracias a una diferencia de horarios favorable, lo mismo que en Brasil. Globo TV, el principal titular de derechos de transmisión de Brasil, tuvo el índice de audiencia más alto desde el Mundial 2014, dijo el funcionario del COI. El COI está a punto de lanzar un canal de televisión de los Olímpicos, que entrará en funcionamiento el último día de los Juegos de Río.