Un conjunto de antecedentes conocidos en las últimas jornadas han confirmado lo que desde hace meses era una expectativa de alto consenso entre los especialistas. Tanto a nivel de encuestas de percepciones en torno al mercado del trabajo, como a nivel de la revisión de las bases de datos del INE y antecedentes recogidos por diversas entidades, entre ellas el propio Banco Central en materia de vacantes, todo indicaba que más temprano que tarde el empleo acusaría un golpe que iría más allá de lo que es la curva en función del ciclo estacional.
Pues bien, ayer los datos de desempleo correspondientes al trimestre móvil marzo-mayo difundidos por el Instituto Nacional de Estadísticas mostraron un salto de cuatro décimas de punto respecto del período anterior, hasta una magnitud a nivel nacional de 6,8% que está más allá de lo que esperaba el consenso de los economistas.
De igual forma, la evolución de los ocupados y desocupados, así como lo que está ocurriendo en materia de personas que se declaran trabajando por cuenta propia, ratifican que a la par del deterioro a nivel de la cifra global, hay una merma en la calidad de los puestos de trabajo, cuestión que, es previsible, alimentará una dinámica viciosa en materia de expectativas y comportamiento del consumo.
De esta manera, es dable esperar que el tema laboral siga escalando en la lista de preocupaciones de las personas en los meses que vienen, tal y como se ha visto en redes sociales y como lo confirmó esta semana una encuesta de LyD, que mostró que el miedo a perder el empleo escaló a niveles inéditos desde que se realiza la medición hace más de una década.