Al describir la situación actual de la economía global, una palabra se repite con insistencia: incertidumbre. Y esto es precisamente lo que amenaza ahora el panorama en España, que se encamina a repetir este domingo las elecciones generales del 20 de diciembre. Los últimos comicios concluyeron sin un ganador claro y tras varios intentos, ninguno de los principales partidos del país fue capaz de conformar una alianza de gobierno viable.
Por esta razón, España lleva ya medio año sin un liderazgo político que se haga cargo de afrontar los riesgos para su economía ni impulsar las reformas necesarias para consolidar la siguiente fase de su recuperación.
El problema es que, según todas las encuestas, existe un alto riesgo de que el estancamiento electoral se mantenga, a medida que los partidos tradicionales pierden respaldo en la población y avanzan los grupos más radicales.
Hasta ahora, España ha podido mantener el ritmo de su recuperación en piloto automático, pero con la región afrontando creciente volatilidad ante la posibilidad de que Reino Unido abandone la Unión Europea, hace cada vez más urgente la necesidad de contar con un conductor.