Heroico bicampeonato de la selección de fútbol
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Hace casi un año podría haber parecido una apuesta afirmar que la final de la Copa América Centenario 2016, en Estados Unidos, volvería a medir en penales a las escuadras nacionales de fútbol de Chile y Argentina. Y el domingo fue así. Como un deja vú, los seleccionados de ambos países otra vez se enfrentaron con una infartante definición que justificadamente concluyó a favor de La Roja, por segunda vez consecutiva, desatando una más que merecida fiesta en todo el país.
Las lecciones que ha dejado la brillante selección chilena son válidas para todo el acontecer nacional.
En un contexto de marcado deterioro de la actividad económica, de una popularidad de la Presidenta y su gobierno que no consigue despegarse de sus mínimos, un clima de incertidumbre y desconfianzas, paros estudiantiles y una sensación de desapego de la clase política -en medio de los escándalos de financiamientos irregulares-, los jugadores de Chile otra vez consiguieron -a punta de sacrificio, garra, sudor y un compromiso profesional a toda prueba- unir al país en una jornada histórica y que aún permanece en las retinas de todos los chilenos.
Un ejemplo heroico y loable que debiera inspirar a todos. En especial ahora. Gracias a la selección.