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Alto contrasteCon una impresionante ceremonia en el Estadio Maracaná, que contó con más de 3.000 voluntarios y 300 bailarines, el domingo en la noche se realizó la clausura de los Juegos Olímpicos de Río 2016, los primeros que se desarrollaron en Sudamérica y que, más allá de los malos augurios, terminaron siendo un éxito en lo deportivo y correctos en su organización, pese a la profunda recesión y la crisis política por la que atraviesa Brasil.
Se estima que los Juegos demandaron de la mayor economía de América Latina un costo cercano a US$ 4.100 millones en momentos en que Brasil pasa por la más severa contracción económica desde la década de 1930 –este año se espera que el PIB se contraiga en torno a 3,5%- y una crisis política salpicada por los escándalos de corrupción que derivó en la suspensión de la mandataria Dilma Rousseff para ser investigada por adulteración de las cuentas fiscales.
Ahora que los Juegos de Río 2016 han quedado atrás -con un histórico triunfo de los locales en fútbol-, los observadores dicen que paulatinamente los brasileños vuelven a una realidad marcada por desafíos y que en lo inmediato en lo político considera el inicio del debate en el Senado sobre el juicio de Rousseff.
