Desde mediados del siglo XX, el mundo ha experimentado un crecimiento sin precedente, muchos países pasaron de un estado de pobreza a ser países de ingreso medio. Sin embargo, un estudio reciente del Banco Mundial muestra que solo 13 de las 101 economías consideradas como “de ingreso medio” en 1960 dieron el salto y pasaron a ser países desarrollados en el 2012.
La gran mayoría de estos países están ubicados en Europa y Asia, además de un par de naciones africanas. En América Latina ningún país dio el salto; más aun, el ingreso per cápita cayó sistemáticamente en los últimos 50 años en relación al de Estados Unidos.
En Chile hemos visto distintos experimentos y técnicas en la búsqueda del desarrollo, todas ellas con dudosa eficacia y empañados por algunas medidas populistas. En el estudio de Otaviano Canuto, Pierre-Richard Agénor y Michael Jelenic se concluye que la forma de alcanzar el desarrollo es a través de las siguientes medidas:
A) Mejoras en infraestructura, especialmente en sistemas de comunicación de alta velocidad,
b) Respeto a los derechos de propiedad, incluyendo los derechos de propiedad intelectual, lo que daría los incentivos correctos a empresas y personas que quieran innovar, y;
c) Reformas en el mercado laboral que reduzcan las rigideces y faciliten la movilidad.
Todas estas medidas incentivarán las inversiones en innovación y desarrollo, lo que finalmente hará de Chile un país desarrollado.
La experiencia de las economías asiáticas que dejaron de ser países emergentes y pasaron a ser economías desarrolladas, es muy valiosa y muchas de las medidas implementadas en lugares como Hong Kong y Corea, pueden ser fácilmente aplicables en Chile. Sin embargo, este debe ser un camino completo y las medidas a media no sirven. Ya hemos visto como las medidas populistas han afectado a los países de la región. Ya hace algunas semanas, la revista inglesa “The Economist” presentó un extenso reportaje del siglo perdido de Argentina. Esperemos que en 100 años no se haga un reportaje del siglo perdido de Chile.