Gala Presidencial y cultura
Carmen Gloria Larenas Directora general de Teatro Municipal de Santiago
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Carmen Gloria Larenas
El ballet “El lago de los cisnes” es uno de los más conocidos en el mundo. Sus cuatros pequeños cisnes cruzando al unísono al escenario moviendo la cabeza, es uno de los momentos de danza más imitados, representados y aplaudidos. Y muy difícil de bailar, por cierto.
Sin embargo, es también una de las obras más magramente descritas. Se suele poner el foco en la suntuosidad del palacio donde transcurre parte de la acción, las princesas y ese amor imposible entre un príncipe en edad de casarse y un cisne, que es, en realidad, una princesa encantada. Cuatro actos de una mezcla de fantasía y realidad que muchos creen de otra época. Y es por eso que tanto la historia como su profundidad suelen remitirse a la dificultad técnica de su interpretación y a una “encantadora” historia de amor.
“La Gala Presidencial es más que un evento oficial: es la renovación de un país entero con sus artistas y su actividad cultural”.
Como siempre, las expresiones artísticas nos sorprenden. Poco se habla de los símbolos de la historia: la búsqueda de sí mismo, la lucha perpetua entre lo espiritual y lo material, el deseo, la traición y la decepción. Todo dicho a través de la danza, todas situaciones con las que nos vemos enfrentados día a día en pleno siglo XXI.
En la ópera “La Traviata” (La Extraviada) pasa lo mismo. A modo general, se suele reparar en el famoso brindis, cierre seguro de galas y celebraciones, y en uno u otro momento donde todo termina con una muerte de por medio. Y se deja fuera lo realmente importante de esa ópera: que para su estreno -que resultó un fracaso- Giuseppe Verdi, en un acto feminista, se atrevió a poner en el escenario la vida de una cortesana de la época (Marie Duplessis, quien había muerto algunos años antes), para retratar una dinámica social que conocemos, en torno al dinero, de conveniencias, apariencias y realidades, de juicios y condenas.
El público de la época se veía reflejado, en ese mismo instante y en vivo, en el escenario, amplificado por el magnífico sonido de gran orquesta de por medio y un texto cuidado y suficientemente expresivo para llegar a todos los rincones morales deseados. El escándalo fue completo. También podría serlo hoy, si no nos distrajéramos tanto en los peinados y los vuelos de esos trajes bellísimos.
El ballet y la ópera tienen siempre símbolos que hay que saber leer para comprender mejor el poder transformador que incluso obras que parecen de otra época, tuvieron y aún tienen. Y es por eso que ambas obras fueron parte de la Gala Presidencial 2022, que acaba de celebrarse el domingo recién pasado en el Teatro Municipal de Santiago. Pocos saben que esa gala, que se lleva a cabo hace 165 años, forma parte de los hitos republicanos de las celebraciones patrias, desde el día que nació ese teatro, es decir, 1857.
Esa tarde, cada 18 de septiembre, el mundo cultural en su conjunto es representado en la obra que esa noche el Presidente de la República, sus ministras y ministros, el cuerpo diplomático y esta vez, vecinos de la comuna de Santiago, pudieron ver.
La Gala Presidencial es más que una gala: es la renovación de un país entero con sus artistas y su actividad cultural.