El silencioso rol de los pasivos contingentes en las cuentas públicas
Hermann González, Clapes UC
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Hermann González, Clapes UC
Cuando se analiza la situación fiscal del país, normalmente se hace referencia al déficit y al endeudamiento del Gobierno. Pero hay otro indicador menos conocido que, aunque no es parte de la deuda pública, corresponde a obligaciones legales del Estado con terceros. Se trata de los pasivos contingentes, cuya estimación para 2024 fue publicada recientemente por la Dirección de Presupuestos (Dipres).
Se trata de obligaciones cuyo valor y oportunidad de pago dependen de eventos específicos. De esta forma, se caracterizan porque las condiciones que los determinan no son conocidas, ya que derivan de la ocurrencia de hechos futuros e inciertos. En Chile, los tres principales pasivos contingentes -que representan el 72% del total- son la garantía estatal de los depósitos, las obligaciones con organismos multilaterales y la garantía de los créditos para la educación superior (CAE).
El stock de pasivos contingentes se ha elevado desde cerca de 4% del PIB en 2018 a 10,4% del Producto, unos US$ 33 mil millones, de acuerdo con las cifras más recientes de la Dipres.
La Dipres estima que el stock de pasivos contingentes equivale a 10,4% del PIB (unos US$ 33 mil millones), mientras que el flujo anual el año pasado fue 0,12% del PIB, cifra que el organismo considera “factible de abordar por el Fisco”. Estos montos han aumentado en forma significativa en los últimos años. Hasta 2018, el stock de pasivos contingentes bordeaba el 4% del PIB, fecha desde la cual ha crecido por la incorporación de obligaciones con organismos multilaterales, la modificación legal de la garantía estatal de los depósitos y el incremento patrimonial del Fogape para enfrentar los efectos de la pandemia.
Un estudio del FMI que documentó 200 episodios de materialización de pasivos contingentes en 80 países entre 1990 y 2014 reflejó altos costos fiscales, los que alcanzaron a 6% del PIB en promedio y en algunos casos superaron el 20% del Producto. La mayor proporción fue atribuible al apoyo brindado al sector financiero, seguido por los rescates de gobiernos subnacionales y el apoyo a empresas estatales. El estudio mostró, además, que los pasivos contingentes tienden a materializarse de forma conjunta, por ejemplo, en episodios de crisis, lo que genera fuertes tensiones sobre las finanzas públicas. La investigación del FMI también expuso que los países con mejor calidad institucional y con crecimiento menos volátil suelen verse menos afectados por la materialización de estos pasivos. De acuerdo con el organismo, en los países con instituciones públicas sólidas el costo puede ser 30% inferior al promedio.
Las lecciones para nuestro país son claras. Primero, el fortalecimiento institucional y la transparencia en el cálculo y publicación es la forma de lidiar con el riesgo de surgimiento de estos pasivos o su crecimiento excesivo.
Segundo, el valor de los pasivos contingentes no es un riesgo inminente, pero su aumento debe ser monitoreado, sus estimaciones deben estar mucho más presentes en el análisis de la situación fiscal y debemos estar atentos al surgimiento de nuevas iniciativas que impliquen compromisos contingentes para el Estado. La materialización conjunta de uno o más de estos pasivos puede generar una presión adicional sobre las cuentas públicas, en circunstancias en que el país está más endeudado y tiene menos ahorros para enfrentar eventos extremos.