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Columnistas

El futuro global de la crisis europea

A estas alturas ya casi parece obvio que un desafío...

Por: Equipo DF

Publicado: Miércoles 29 de febrero de 2012 a las 05:00 hrs.

A estas alturas ya casi parece obvio que un desafío clave que enfrenta la eurozona se origina en el hecho de ser una unión monetaria sin ser una unión económica, un sistema que no tiene parangón en ninguna otra parte. El resultado es que las divergencias en los costos de producción a lo largo del tiempo no se pueden compensar con ajustes en los tipos de cambio.



Más allá de los problemas específicos de la unión monetaria, los desafíos que enfrenta Europa también tienen una dimensión global: la tensión entre las políticas democráticas nacionales y la globalización. El comercio, las comunicaciones y los vínculos financieros han creado un grado tal de interdependencia entre las economías nacionales que, sumado a una mayor vulnerabilidad a los vaivenes de los mercados financieros, reduce en todo el mundo la libertad de acción de los responsables políticos.

En todo el mundo, el volumen de los activos financieros ha crecido tanto en relación con los flujos de ingresos nacionales que los movimientos de los mercados financieros pueden ser más fuertes que la mayoría de los países. Incluso las economías de mayor tamaño son vulnerables, especialmente si dependen en gran medida del endeudamiento para financiarse. Si, por alguna razón, los mercados financieros o el banco central de China decidieran de un día para el otro dejar de aceptar bonos del Tesoro de los EE.UU., los tipos de interés se dispararían y la economía estadounidense caería en recesión.

Pero tampoco los acreedores están a salvo. Si un pánico financiero en EE.UU. hiciera que la demanda estadounidense de exportaciones chinas se contrajera repentinamente, la economía de China también se vería gravemente afectada.

Estos entrecruzamientos de peligros son reales y exigen una cooperación internacional mucho más intensa en materia de políticas económicas. Pero como los ciudadanos desean comprender lo que sucede, debatir las políticas y dar su consentimiento a las formas de cooperación propuestas, se necesitan mecanismos políticos más supranacionales que permitan reencauzar los mercados dentro de los procesos democráticos, como sucedió con las políticas nacionales y los mercados nacionales durante el siglo XX.

La magnitud de este desafío se torna evidente al advertir las dificultades que supone la coordinación de las políticas económicas incluso dentro de la Unión Europea, un grupo de países que ha avanzado mucho más que cualquier otro en dirección a la cooperación supranacional. Sin embargo, a menos que la globalización pueda frenarse o revertirse en parte (algo que es improbable e indeseable a largo plazo), una “política más allá de las fronteras” como la que actualmente está buscando Europa se volverá necesaria en todo el mundo.

De hecho, tal vez la crisis europea sea apenas un preanuncio de lo que probablemente será el debate político central de la primera mitad del siglo XXI: cómo resolver la tensión entre los mercados globales y las políticas nacionales.



Copyright: Project Syndicate, 2012

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