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El castillo de naipes del FA

CONSTANZA HUBE Abogada y profesora UC

Por: CONSTANZA HUBE | Publicado: Viernes 25 de octubre de 2024 a las 04:00 hrs.
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CONSTANZA HUBE

Con frecuencia, se usa la figura de un castillo de naipes para representar la idea de una estructura o sistema que es frágil y que puede colapsar fácilmente. Lo que parece ser sólido y seguro es, en realidad, inestable y precario. Esto subraya la idea de que, como todo en la vida, las apariencias pueden engañar. Es precisamente eso lo que ha ocurrido con el Gobierno de Gabriel Boric y sus consignas, promesas y su “escala de valores y principios que distan de las generaciones” que los antecedieron. Si bien se podría enumerar una larga lista de hechos que ejemplifican la caída de este castillo de naipes durante estos años de mandato del Frente Amplio, basta que nos refiramos solamente a las dos últimas semanas.

Este Gobierno llegó al poder con una serie de promesas: “No más pitutos”; “feminismo” y; un Gobierno que no se pondría del lado de los poderosos “de siempre”, sino que de aquellos desprotegidos.

“La reacción de aquellos ‘feministas’ y ‘no poderosos’ que hoy gobiernan muestra la incapacidad para liderar y la caída de todo aquello que prometieron”.

¿Qué quedó en evidencia estas dos semanas? Ninguna de estas promesas, que se repetían como verdaderos mandamientos durante la campaña, se cumplieron; por el contrario, se transgredieron de manera bochornosa. Lo ocurrido con el exsubsecretario Monsalve, pero, sobre todo, la reacción de aquellos “feministas”, “no poderosos” y “no apitutados” que hoy gobiernan los destinos de nuestro país, muestra no solo la incapacidad para liderar, sino también una caída de todo aquello que le prometieron al pueblo y a sus electores. Vamos por parte.

Lo sostenido por la ministra Orellana demuestra que el feminismo, para el Gobierno, no es “universal” o transversal, sino que selectivo. Es decir, depende de quién sea la víctima y el victimario. Al señalar que no es lo mismo una denuncia en contra de un portero que en contra de un subsecretario, no solo deja entrever un cierto clasismo, sino que también muestra que el feminismo en el que ella -y el Gobierno- cree, es de papel. ¿Por qué? Porque parece que la supuesta víctima de agresión sexual es distinta, dependiendo de si el supuesto victimario es o no un portero o es o no una alta autoridad de Gobierno.

Respecto a los “poderosos de siempre”, es bueno recordar las palabras del Presidente Boric esgrimidas hace algunas semanas a propósito del caso Hermosilla: “Es bueno que los que se creían poderosos vayan también a la cárcel”. Hoy, los poderosos parecen ser tratados con delicadeza. Y es que el Gobierno, más allá de la cantidad de minutos que le ha dedicado, públicamente, al tema, no ha sido capaz de dar una explicación clara, coherente ni, menos, satisfactoria a la ciudadanía sobre el cumplimiento (o no cumplimiento) de la ley; de por qué accedió, a través de la PDI, a información que se supone reservada; por qué mantuvo en su cargo a un subsecretario a pesar de las graves denuncias que recaían en su contra, entre otros hechos que están lejos de ser dilucidados.

Más allá de la gravedad de este caso y de las muchas explicaciones que aún están pendientes respecto del mismo, este es un claro ejemplo de cómo toda la estructura doctrinaria del Frente Amplio y su superioridad moral cayó como un castillo de naipes.

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