Impuesto a la riqueza y desigualdad
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Señora Directora:
La reforma tributaria impulsada por el Gobierno busca reducir la desigualdad, en parte, con un considerable aumento de impuestos a las personas de altos ingresos -mayores tasas del impuesto a la renta, desintegración y un impuesto a la riqueza-, buscando un sistema tributario más progresivo.
No obstante, abordar la desigualdad mediante alzas de impuestos de este tipo, apelando al sentido de la equidad, es un error. Se confunde lo que parece justo -tributación más progresiva- con lo que es importante y que falta: un sistema fiscal progresivo eficiente.
Un sistema fiscal abarca los ingresos y gastos del Estado, debiendo importarnos el efecto neto de ambos para mejorar la vida de las personas. Así, la reducción de la desigualdad no tiene que ver tanto con cómo financiamos progresivamente el gasto del Estado -más impuestos-, sino más bien cómo y cuánto se gasta, considerando que el gasto público es invariablemente muy progresivo: las personas con menores ingresos obtienen más valor del gasto público, en relación con sus ingresos, que las personas de altos ingresos, porque dependen más de la educación y salud pública, junto con otros programas sociales.
La mejor respuesta a la disparidad de ingresos no es seguir promoviendo las sostenidas alzas de impuestos que hemos visto en la última década, sino impulsar el empleo para aumentar los ingresos en general, junto con una revisión del gasto público para reducir ineficiencias. De esta manera, el Estado podrá invertir más y ofrecer programas sociales de mayor calidad a quienes los necesiten, impulsándonos hacia una sociedad más igualitaria.
Francisco Alcaíno Madrid
Abogado