Científicas al poder: Combatir la marea roja reprogramando a los microorganismos
Desarrolla un kit para la detección temprana de la marea roja. La meta es comenzar a comercializar la versión final en 2019.
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Con 26 años, Emilia Díaz es reconocida por ser la fundadora de Kaitek Labs, emprendimiento biotecnológico que desarrolla un kit para la detección de la marea roja. Congeló sus estudios de ingeniería civil en Biotecnología en la Universidad Católica para dar vida a este proyecto, por el que obtuvo los premios Excelencia en Ciencia y Tecnología en el concurso Tech-I del Global Innovation Through Science and Technology, de “Her Global Impact” (2015) y del “Pitch competition” de Junior World Entrepreneurship Forum (2015), entre otros.
Díaz cuenta que la motivación para el kit partió en un ramo de biología sintética donde enseñaban a ampliar su mirada sobre la biotecnología y aplicaciones biológicas en general.
“Cuando tomé el curso, estaba decidiendo mi especialidad en ingeniería entre biotecnología o computación. Ya que el objetivo del ramo era pensar en las bacterias como máquinas, decidí enfocarme en mi máquina favorita: los computadores”, comenta Díaz. Y considerando que los microorganismos son capaces de procesar información sobre su medio de manera natural, teóricamente “podríamos ser capaces de darles un nuevo software -un circuito genético- y una pantalla o manera de comunicarse con nosotros, por ejemplo, un cambio de color, con lo que tendríamos a nuestra disposición toda la capacidad de procesamiento de los microorganismos a los que tengamos acceso”.
Con esta idea, en 2012 comenzó a trabajar en un proyecto aplicando el concepto a la marea roja, con el objetivo de desarrollar un kit simple y rápido de detección de este fenómeno, con resultados en cuatro horas. El cambio de color indica la toxicidad de la muestra. Todo esto, con el fin de combatir un problema común en Chile: la intoxicación por consumo de mariscos contaminados. Un proyecto que ha logrado un alcance global.
En junio de este año realizaron las primeras ventas del producto inicial en Europa. Y los planes, adelanta Díaz, son concretar pilotos en territorio chileno a partir de 2018 y comercializar el kit final en su versión de uso en terreno en 2019.
Tras convertirse en la ganadora del certamen del K-Startup Grand Challenge de Corea (2017), programa que permite a las empresas generar redes en su mercado, Díaz está en ese país estableciendo alianzas con universidades y laboratorios académicos para acelerar el proyecto.
“Estamos levantando nuestra primera ronda de inversión y buscando empresas del sector acuícola en Chile que estén interesadas en probar nuestros kits con pilotos tipo marcha blanca”, comenta la fundadora de Kaitek Labs.
Los mismos concursos han ido entregando financiamiento al proyecto, entre ellos, US$ 30.000 del International Business Model Competition (2015), $ 5 millones de Jump Chile (2012), $ 180 millones de Corfo (2013-2017) y US$ 12 mil del K-Startup Grand Challenge (2017).
Emprender en ciencia
Díaz plantea que impulsar proyectos científicos no ha sido un camino fácil y que es complicado estar en constante comparación con emprendimientos en el área tecnológica o de desarrollo más rápido.
“Muchas veces creen que uno no hace nada, porque no se explican lo mucho que nos hemos demorado. Emprender desde la ciencia es más costoso, riesgoso y lento que cualquier otro tipo de proyecto, lo bueno es que también es el perfil de emprendimiento que puede tener más impacto real a nivel de vidas humanas”, afirma.
Otro de los desafíos, apunta, es la brecha de género que existe en el ámbito científico, donde el reto aún pendiente es hacer visible el trabajo de las mujeres, con el fin de motivar a otras a sumarse a este campo.
“Lo clave es aumentar la visibilidad de las mujeres que ya trabajan en el ámbito de las ciencias, y sin repetirlas mucho, como ocurre conmigo, porque se genera la impresión de que somos pocas y siempre las mismas. La idea es que se instaure la noción de que hay muchas mujeres haciendo ciencia de alto nivel y que entonces tiene todo el sentido que se sumen más”.
Comenta que también hay que sortear el machismo instaurado en la sociedad chilena.
“Nos enseñan ambiciones, gustos e intereses distintos que mantienen a las mujeres fuera del mundo de la ciencia. Mientras sea ´raro´ ver a una científica, vamos a continuar mal”, advierte.