Sanders y Trump, los candidatos anti-establishment que capitalizaron el descontento de los votantes
Las primarias en New Hampshire dieron testimonio del considerable número de estadounidenses molesto por las condiciones económicas del país.
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Los votantes de New Hampshire enviaron el martes un nuevo mensaje a los candidatos presidenciales al dar su apoyo al multimillonario Donald Trump y al socialista Bernie Sanders, subrayando el rechazo de los seguidores tanto republicanos como demócratas a veteranos políticos favorecidos por el establishment de cada partido.
Los resultados dieron testimonio de la proporción considerable de los votantes estadounidenses molestos por las condiciones económicas de EEUU y dispuestos a enviar una onda de choque contra Washington.
La gran perdedora de la noche fue Hillary Clinton, que había ganado en ese estado en 2008. El martes, Sanders adelantó a la ex primera dama en más de 20 puntos, obligando a Clinton a reestructurar su mensaje.
“Juntos hemos enviado un mensaje que resonará desde Wall Street a Washington, desde Maine a California, y es que el gobierno de nuestro gran país pertenece a todas las personas y no sólo un puñado de ricos contribuyentes de campaña”, dijo Sanders en su discurso.
En el lado republicano, la aplastante victoria de Donald Trump frustó el intento de la corriente principal del partido de apoyar una alternativa al magnate de bienes raíces.
La lucha se traslada ahora a Carolina del Sur, donde el 20 de febrero tendrá lugar la siguiente contienda republicana.
Sin contendiente
Trump, de 69 años, que ha hecho campaña para deportar a los inmigrantes ilegales y prohibir temporalmente que los musulmanes entren en EEUU, se impuso en New Hampshire al obtener el 35% de los votos, por delante de Kasich, con el 16%, y de Ted Cruz y Jeb Bush, ambos con el 11%.
Trump volvió a asumir así su condición de favorito en la contienda por la candidatura republicana después de terminar segundo en los caucus de Iowa del 1 de febrero, a pesar de haber liderado las encuestas estatales y nacionales durante meses.
“Hemos aprendido mucho en una semana, déjenme decirles”, señaló Trump. “Vamos a hacer a nuestro país fuerte de nuevo”.
Tras la victoria, Trump felicitó a los candidatos en la carrera, pero prometió volver a su enfoque agresivo. “Mañana: boom, boom”, dijo, golpeando al aire con los puños mientras sus seguidores vitoreaban.
El resultado republicano de New Hampshire confirma que Trump está siendo ayudado por la falta de un fuerte contendiente del establishment que le haga frente y demuestra que los expertos estaban equivocados al pensar que se destruiría a sí mismo debido a su tendencia a los insultos y sus imprecisos planes de cara a una eventual presidencia.
Los principales republicanos han pasado casi un año de campaña y numerosos debates para determinar quién se elevaría como su abanderado para hacer retroceder el reto de los insurgentes anti-establishment. Después de la victoria del magnate inmobiliario en New Hampshire, la respuesta parece estar aún más lejana.
Trump ganó en tantos grupos demográficos que el partido republicano ya no le puede ver como un candidato forastero que apela sólo a los obreros con niveles relativamente bajos de educación.
Ni mujeres, ni jóvenes, ni obreros
En un comunicado dado a conocer justo al cierre de las urnas, el director de la campaña de Clinton, Robby Mook, dijo que los resultados de los dos primeros enfrentamientos con Sanders habían sido “anticipados hace mucho tiempo”. “La campaña debe concentrase ahora en Nevada y Carolina del Sur, y otros estados que reflejen mejor la diversidad del partido”, dijo Mook. “Es muy probable que la nominación se gane en marzo, no febrero”, agregó.
Pero mientras la campaña de Clinton trata de desestimar el liderazgo del candidato de New England por tener “la ventaja de jugar en casa”, el estado que hizo de Bill Clinton el “comeback kid” (el niño que regresa) en 1992 y salvó la campaña de Hillary Clinton hace ocho años envió un mensaje totalmente diferente el martes. En la segunda contienda celebrada en el país, no fue Clinton, sino Sanders, de 74 años de edad, hombre, blanco, descrito a sí mismo como un socialista, quien se llevó el voto de las mujeres, especialmente de las más jóvenes, así como de los obreros y aquellos que ganan menos de US$ 50.000 al año, demostrando que su mensaje de una economía amañada que sólo beneficia a los ricos está calando.
“Lo que comenzó la semana pasada en Iowa, lo que los votantes aquí en Nueva Hampshire confirmaron, es nada menos que el comienzo de una revolución política”, subrayó Sanders en su discurso de victoria.
Y es que Sanders golpeó a Clinton en New Hampshire en parte de la misma manera que Barack Obama lo hizo en 2008: hablando con los sectores de un partido democrático que le ven a él como el futuro y a ella como el pasado. “Clinton es una especie de infeliz portadora de la antorcha de la continuidad”, dijo a Bloomberg el profesor de Ciencia Política de la Universidad de New Hampshire, Dante Scala.