La historia del colegio chileno que conquistó a Microsoft
Lleva el nombre de Pioneros, abrirá en 2022 y estará en Colina. Tendrá capacidad para casi 900 alumnos y promete ser una institución que lidere la evolución del sistema educativo chileno. Forma parte de Flagship Schools, un selecto grupo de instituciones educacionales apoyado por Microsoft.
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Durante las primeras semanas de marzo de 2022, aproximadamente a las 7:30 de la mañana, las puertas de un nuevo colegio particular se abrirán por primera vez. Será en Colina y los directivos proyectan que en ese entonces la construcción estará en una etapa avanzada. Llevará el nombre de Colegio Pioneros y decenas de alumnos entrarán a su propio estilo: con ropa de calle.
El recinto se sumará a la amplia oferta escolar que ya existe en Chicureo, pero esta vez, según su fundador José Miguel Ossa, será con “un proyecto que busca ser una evolución al sistema educacional”. El plan inmobiliario contempla 5.554 metros cuadrados construidos y 66 estacionamientos. Estará emplazado en un terreno de 5,2 hectáreas y en su interior contará con humedales; canchas de hockey, fútbol y tenis; huertas; y un sendero para realizar trekking.
Dos meses antes de la apertura formal, en enero de 2022, todos los profesores tomarán un avión a Canadá. “Iremos a un colegio en Calgary que lleva aplicando esta metodología hace más de 50 años”, cuenta Ossa en exclusiva con DF MAS, y asegura que esa metodología se basa en el “aprendizaje adaptativo”, un concepto que permite que los alumnos aprendan “a su propio ritmo y con una guía personalizada”. Además, será bilingüe, con orientación católica y con un modelo de “anti bullying”.
La directora ejecutiva del establecimiento, Isabel Ibáñez, lo resume de esta forma: tendrán un horario flexible, no habrá salas de clases, ni cursos tradicionales. Además, todos los estudiantes tendrán un horario específico para leer las cosas que ellos quieran. Existirá la figura de un tutor, que analizará el progreso del alumno tres veces al día. Las tardes estarán destinadas a las “pasiones”. Esto significa que si el estudiante está al día con su progreso académico se podrá dedicar a hacer deporte o a un proyecto extraprogramático.
La declaración de impacto ambiental ingresó al Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) el 12 de enero y todavía se encuentra en etapa de calificación. El monto de inversión será de US$ 5,8 millones y se espera que el término de la construcción sea en 2028. “Lo vamos a construir en tres etapas. La primera, que se inaugurará el próximo año, tendrá un 40% de avance”, asegura el fundador.
José Miguel Ossa tuvo dos momentos pivotales en su vida que lo llevaron a fundar un recinto educacional. El primero fue en séptimo básico, cuando imaginaba con Francisco Allard, su compañero de curso en el colegio Tabancura, cómo sería el colegio ideal. “En esa época no conocíamos esta metodología, pero sí desarrollamos los pilares valóricos que queríamos”, recuerda.
El segundo fue en 2011, en Harvard, cuando cursaba un magíster en Administración Pública. “En un ramo de Richard Elmore él mostró este tipo de colegios. Me quedé pasmado. Cuando terminó la clase me acerqué y le dije que él había roto mis barreras mentales en torno a la educación. El trabajo final de ese curso fue el proyecto del Colegio Pioneros”, afirma Ossa.
Cuando volvió a Chile en 2013 retomó sus conversaciones con Francisco Allard, arquitecto y fundador del estudio Allard & Partners. Ossa se hizo cargo de la propuesta educacional y su socio se dedicó a armar el plan arquitectónico. Cuando lograron materializar todas sus ideas en un proyecto concreto, comenzaron a tocar puertas de potenciales inversionistas. Al principio les fue mal, pero con los años el negocio tomó forma.
Uno de los primeros en apoyar la iniciativa fue la familia Cox —dueña de otros terrenos en Colina—, que les vendió “a un precio conveniente” el predio donde estará emplazado el colegio. Luego, fueron recibiendo apoyo de inversionistas que Ossa prefiere mantener bajo reserva, pero asegura que ya tenían experiencia en otros negocios educacionales. También están por cerrar un crédito con el Banco Consorcio, que fue de las pocas instituciones financieras que les aprobó un préstamo.
Cuando ya tuvieron los fondos necesarios, concretaron la estructura organizacional: aparte de los cofundadores —Ossa y Allard— y la directora ejecutiva (Isabel Ibáñez), el colegio tiene un consejo asesor que está compuesto por el director del Banco Consorcio, Cristián Cox; la historiadora Lucía Santa Cruz; el vicedecano de la Escuela de Negocios de Georgetown, Ricardo Ernst; la consejera de Políticas Públicas de Libertad y Desarrollo, Luz María Budge; el country manager de Microsoft Chile, Sergio Rademacher; y el exdirector del colegio Tabancura, Diego Ibáñez.
El Colegio Pioneros es el único recinto educacional chileno que es parte de un grupo de 21 otras instituciones ligadas a Microsoft. Llevan el nombre de Flagship Schools y están por todo el mundo: Estados Unidos, Polonia, Egipto, Grecia, Argentina, Escocia, Malasia, Australia, Alemania, Finlandia, China, Malta, Austria y Emiratos Árabes Unidos.
“Una de las personas a las que le presentamos el proyecto nos recomendó hablar con Sergio Rademacher, y él nos derivó con el área de educación de Microsoft. Ellos nos mencionaron este proyecto. Hubo que pasar una serie de filtros y nos unimos”, recuerda Ossa, quien asegura que todo se concretó en 2018 y que al año siguiente los representantes de cada institución viajaron a Washington a un encuentro académico.
Según el fundador, este sistema permite generar una comunidad educativa interconectada apoyada por Microsoft, que luego genera redes de contacto entre los distintos recintos. La gigante tecnológica lo resume así en su página web: “Todos estos colegios están adoptando una transformación integral y buscan aplicar la innovación, las mejores prácticas y los enfoques de tecnología avanzada para impulsar el impacto y dar ejemplo a otras escuelas a nivel mundial”.
Este vínculo les permitirá, acorde al ejecutivo, desarrollar instancias de aprendizaje con inteligencia artificial y avances tecnológicos que buscarán potenciar el aprendizaje de los alumnos. Además, podrán construir una base de contactos que, según dice, “sería imposible de armar sin ellos”. Sobre esto, Ossa entrega un ejemplo: “Randy Fielding, un arquitecto muy reconocido que ha hecho cerca de 300 colegios similares, fue el presidente del jurado de nuestro concurso de diseño inmobiliario “.
Además, los fundadores del colegio crearon Learning Globally, una plataforma que promueve el intercambio de alumnos, profesores y directivos con colegios de todo el mundo. “Cada institución tiene un perfil y puede encontrar otras escuelas para vincularse en pasantías e intercambios”, cuenta. Y agrega: “No solo son colegios de Estados Unidos, Canadá, Australia e Inglaterra. El mundo es bastante más amplio”.
Ossa, que además es socio de A+ Consultores y presidente del directorio de la Corporación Crea+, es tajante en su opinión respecto al modelo educativo actual: “Las universidades no se han puesto al día para preparar a los nuevos profesores que se requieren. Ellos son facilitadores, guías, apoyos, no son siempre los dueños del contenido”. Por esto, cuenta, tendrán un periodo de capacitación que comenzará en agosto y otro en enero de 2022 que será en Canadá. Además, ya cerraron convenios con el Centro de Investigación Avanzada en Educación de la Universidad de Chile y la Universidad del Desarrollo.
“En este modelo de educación uno pensaría que la tecnología es lo más importante, pero no lo es. La tecnología ayuda mucho al levantamiento de datos y a la inteligencia artificial, pero más importante que eso es el tutor. Por lo tanto, es clave prepararlo bien. Los alumnos no estarán todo el día pegados en una pantalla. No es la idea”, complementa Ossa.
En marzo comienza el periodo formal de matrícula, sin embargo, Ibáñez afirma que ya comenzaron a recibir solicitudes de padres interesados en el proyecto. Van a partir desde playgroup (desde los 2 años) hasta cuarto básico, y conforme pasen los años los niveles van a aumentar hasta cuarto medio. José Miguel Ossa proyecta que durante el primer año recibirán alrededor de 200 alumnos, pero enfatiza que “pueden ser más”.