Cómo el ISP logró concretar con Pfizer y amarrar a Sinovac
Desde mayo comenzaron a negociar con los distintos laboratorios y el 16 de diciembre se concretó el primer objetivo: Pfizer. La institución, que en 2019 vivió un terremoto interno, hoy busca a toda máquina expandir los acuerdos con las distintas empresas de biotecnología del mundo.
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Hasta el miércoles 16 de diciembre pocos conocían el Instituto de Salud Pública (ISP). Pero todo cambió al mediodía de esa misma jornada, cuando se dio a conocer la aprobación de la vacuna de Pfizer-BioNTech.
Y a diferencia de lo que el país hubiera pensado, luego de nueve meses de pandemia por Covid-19, 16 mil fallecidos y casi 600.000 casos totales, el primer anuncio vino de un funcionario público poco conocido. Heriberto García, director subrogante de la institución, se dirigió al país a las 12:00.
“Estamos muy contentos de dar una excelente noticia al país. Acabamos de dar el visto bueno para aprobar la vacuna de Pfizer-BioNTech en Chile después de un análisis arduo que nació el 27 de noviembre”, comenzó diciendo la autoridad en las dependencias del Instituto de Salud Pública, ubicado en avenida Marathon 1000, a un costado del Estadio Nacional.
El químico farmacéutico de 45 años, vestido de camisa azul y corbata amarilla, lleva 4 meses al mando del ISP. En la instancia, incluso, se dio el espacio para responder críticas: “Para quienes comentaban que nos demorábamos más, que quede bastante claro que los tiempos son los necesarios para garantizar calidad, seguridad y eficacia”.
30 minutos después del punto de prensa, en el jardín del edificio del ISP, García analiza su mensaje, el cual, evalúa, podría ser el más importante del año. “De verdad estoy sorprendido de haber llegado a esto. Pero aquí no terminamos: este no es el final del proceso, es solo el principio”, reflexiona durante una conversación con DF MAS.
Ahora, aseveran desde la institución, viene la parte difícil: la logística.
La carga y el cargo
Funcionarios del organismo —los cuales rodean el edificio con delantales blancos y coolers con muestras biológicas— coinciden en una cosa: mucho ha cambiado al interior del ISP en el último año.
El 22 de noviembre de 2019 el ISP enfrentó un terremoto interno, cuando la Contraloría informó al Ministerio de Salud que la reciente anunciada directora —María Soledad Velásquez— debía dejar el cargo. La doctora tenía conflictos de interés, producto de su previa participación de lobbista para empresas ligadas a la industria farmacéutica, como Laboratorios La Roche y Cruz Verde. Toda esta polémica terminó por generar ruido interno en la institución, a lo que se sumaron problemas de administración y falta de recursos.
Y en medio de este huracán institucional llegó Heriberto García. El 18 de febrero de 2020 —cuando la pandemia ya azotaba a parte del mundo— llegó a liderar la Agencia Nacional de Medicamentos (Anamed). Todo marchaba bien hasta ahí. Pero en agosto Enrique Paris lo invitó a dirigir la institución completa de manera temporal. “Necesitamos un químico farmacéutico para la etapa que viene”, le mencionó el titular del Minsal.
“Lo primero que se me pasó por la mente fue ‘se me viene un camino cuesta arriba, complejo, porque hay muchos desafíos de corto plazo’”, confiesa el profesional, quien advierte que el ISP requiere cambios en materia de presupuesto, infraestructura y sistemas informáticos.
Actualmente García es muy cercano a Juan Roldán, químico farmacéutico y director de la Anamed. Es experto en farmacovigilancia —especialidad que investiga los efectos de los medicamentos— y ha volado en reiteradas ocasiones a Ginebra, para apoyar a la Organización Mundial de la Salud (OMS) en temas de seguridad de fármacos. También tiene llegada con Verónica Vergara, quien es experta en epidemiología.
“La sensación fue de tener un peso. Yo soy creyente de que cuando uno tiene un cargo, es porque carga algo y a mí ahora me toca cargar la responsabilidad de que este instituto funcione”, añade García.
La trastienda de Pfizer
“100% comunicación, WhatsApps hasta altas horas de la noche, llamadas telefónicas. Estamos muy coordinados”, dice García, quien confirma que tiene línea directa con la subsecretaria de Salud Pública Paula Daza y el Ministro de la cartera, Enrique Paris. Son ellos los que hacen de “puente” para llegar al Presidente Sebastián Piñera, quien monitorea a diario el avance de las vacunas.
Es por eso que la instrucción desde Palacio fue clara desde el principio: comenzar con las conversaciones con los distintos laboratorios lo antes posible. Desde el ISP sostuvieron diálogos con diversas compañías farmacéuticas y de biotecnología desde mayo.
Cuando García llevaba 20 días al mando del ISP, tuvo una reunión clave. Por un lado de la mesa, él, y por el otro, Ana María Karachón —directora de Asuntos Corporativos de Pfizer Chile— y la gestora de intereses del laboratorio norteamericano, Dinka Joyce Basic.
El motivo del encuentro: el resumen del programa de desarrollo de la vacuna. En la cita las ejecutivas hicieron referencia a los avances de la investigación en Alemania y Norteamérica. Además, se aventuraron con una fecha: en octubre esperaban obtener el registro de emergencia en la FDA, agencia norteamericana que otorga los permisos a fármacos y vacunas.
Y si bien las proyecciones se retrasaron, la noticia se concretó el 16 de diciembre, cuando el panel de expertos del ISP —conformado por 22 profesionales— luego de tres horas de discusión, aprobó unánimemente la llegada de la vacuna Pfizer a Chile.
El proceso, eso sí, no fue simple: un equipo conformado por químicos farmacéuticos, médicos y bioquímicos, estuvo tres semanas evaluando los estudios clínicos del medicamento. Sin embargo, la investigación se acortó considerablemente por la resolución de la FDA —institución norteamericana encabezada por Stephen Hahn—, que había aprobado la vacuna una semana antes y que tiene comunicación con el ISP. Esto produjo que las evaluaciones no se repitieran, y fue el primer indicio para la luz verde en Chile.
“Si es que hubiéramos hecho todo el trabajo desde cero, seguiríamos en este proceso”, cuenta alguien del organismo.
La deliberación y luego resolución de la institución local fue por streaming. Esa fue una estrategia que nació desde el ISP: querían total transparencia para que no hubiera dudas. Se esgrimieron los datos y la evidencia y luego Heriberto García, frente a una cámara, lanzó la buena noticia. El Minsal se enteró por ese mismo canal, no se adelantó la exclusiva.
Los ojos en China
A finales de noviembre dos químicas farmacéuticas del subdepartamento de Inspecciones de Anamed —Bárbara Orellana y Carolina Sepúlveda— hicieron sus maletas y viajaron al destino más impensado en pandemia: China.
El objetivo era fiscalizar el trabajo y la calidad del laboratorio Sinovac, ubicado en Pekín, el cual es uno de los contendientes más importantes para el desarrollo de la vacuna. Y el periplo ha sido largo, de hecho, hasta el cierre de esta edición, las investigadoras siguen de viaje. Durante estas semanas se han juntado con los ejecutivos de la biotecnológica y han recorrido todos los rincones de las dependencias: las bodegas de materias primas, los laboratorios y los espacios donde el producto ya está envasado y listo para importar.
De hecho, se juntaron con Sebastián Tort, cónsul de Chile en China, quien fue el que introdujo a las expertas con los altos ejecutivos de Sinovac, empresa que se fundó en 1999 y que se llegó a transar en Nasdaq.
Actualmente, la misión en China es una de las prioridades del ISP. De hecho, durante la tarde del miércoles, Heriberto García dijo que el viaje iba muy bien y que daría “noticias muy alentadoras para tener una segunda vacuna prontamente aprobada en Chile”.
Desde el ISP se espera que la vacuna china sea presentada durante diciembre, para ser estudiada y aprobada en enero. “Nadie pensaba que ellos iban a ser los segundos”, dice un funcionario de la institución.
Pero, ¿por qué tanto interés por el laboratorio chino? Por las dosis requeridas. Según el Duke Global Health Innovation Center, Chile ya solicitó 60 millones de vacunas de Sinovac, siendo el segundo país del mundo con la orden de compra más robusta, luego de Indonesia, que pidió 128 millones.
La obsesión de Piñera
El trato del ISP con los cuatro contendientes por la vacuna —CanSino, Pfizer-BionTech, Johnson & Johnson y Oxford-AstraZeneca— es, según ha trascendido, bastante igualitario. Se dice al interior del ISP que lo de ellos es la ciencia, no la política.
Es por eso que el director del organismo ha sostenido desde mayo reuniones con los distintos representantes de los laboratorios, donde la mayoría de las experiencias fueron positivas.
Hasta ahora Chile tiene acuerdos concretos con esas cuatro compañías. Juntas, el país ha asegurado 84 millones de dosis, lo cual es una cifra que excede lo logrado por países vecinos.
La única que falta es Moderna. Esta es, según ha trascendido, la actual obsesión del mandatario: no solo porque todavía no se cierra un trato, sino porque es una vacuna que tiene una importante tasa de efectividad (94,1% según la FDA). Además, requiere un menor tratamiento con frío, lo que la hace más fácil de trasladar y distribuir.
Sin embargo, sobre Moderna poco se habla en los pasillos del ISP.
“Este trabajo nos ha permitido avanzar en acuerdos o firmar contratos con los laboratorios Pfizer-BioNTech, Sinovac, AstraZeneca, Janssen - Johnson & Johnson y la Alianza Covax, que nos permiten asegurar una vacuna segura y eficaz que proteja en forma oportuna la salud de nuestra población”, dijo el Presidente Sebastián Piñera en cadena nacional en la noche del miércoles, sin mencionar la vacuna de Moderna.
Todavía no hay información oficial sobre una posible orden de compra de esta vacuna, la cual ya vendió 100 millones de dosis a Estados Unidos. Eso sí, desde el ISP afirman que si el laboratorio decide acercarse a Chile, ellos comenzarán el proceso, al igual que con las otras farmacéuticas.