Los planes de la Fundación Chile sin Cáncer para reducir las listas de espera oncológicas en 2025
Tienen seis Enfermeras de Práctica Avanzada (EPA) trabajando en los hospitales de Rancagua, Van Buren y Sótero del Río, las que han logrado aumentar en 40% la atención de pacientes.
Por: Isabel Ramos | Publicado: Viernes 10 de enero de 2025 a las 13:09 hrs.
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La directora ejecutiva de la Fundación Chile sin Cáncer, Cecilia Gracia, y una de sus directoras, Dafne González.
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El cáncer es una de las principales causas de muerte en Chile y eso se debe a las listas de espera en la salud pública, pero también a la falta de especialistas, dice la directora ejecutiva de la Fundación Chile sin Cáncer, Cecilia Gracia. Sus planes para 2025 son, justamente, capacitar a más enfermeras especializadas para hacer más eficiente el trabajo de los oncólogos.
La fundación nació en 2015 al alero de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile y es una articulación de alianzas público-privadas. Con la primera donación se construyó un centro oncológico ambulatorio en el Hospital Sótero del Río, que se ubica en Santiago y atiende a la mayor cantidad de población del país.
“Nosotros somos la única fundación de cáncer de adulto que efectivamente intervenimos en el acceso y la mejora en la salud”, comenta Gracia.
Los ejes de trabajo de la institución son la formación de capital humano; prevención y educación; innovación en modelos de atención; y el bienestar de los pacientes.
El foco este año está puesto principalmente en la innovación de modelos de atención y eso lo quieren lograr con la formación de más Enfermeras de Práctica Avanzada, o EPA.
Gracia lo explica así: “Un doctor se demora 16 años en obtener la especialidad en oncología, porque primero debe estudiar medicina y luego medicina interna. Formar una EPA solo requiere la especialización en oncología, que dura dos años. Un año es teórico y el otro práctico”.
Actualmente hay 60 mil pacientes oncológicos al año en lista de espera. La mitad de ellos fallece, pero 10 mil “ni siquiera llegaron a tener la oportunidad de un diagnóstico o una revisión por un profesional de salud”, plantea.
Por eso decidieron apostar por este modelo, en que las EPA atienden en simultáneo con el doctor. “El oncólogo al final revisa los parámetros del paciente, da las indicaciones de farmacología, pero efectivamente en el mismo tiempo que antes estaba con un solo paciente, ahora ve a tres”.
Impacto en regiones
El trabajo de la fundación es buscar candidatas entre las enfermeras que actualmente ejercen en hospitales públicos, comprometer a los recintos para que les guarden sus cupos de trabajo, y conseguir financiamiento para becar sus estudios.
La especialización cuesta $ 10 millones al año, o sea, $ 20 millones en total, y se imparte en la Universidad Católica, la Universidad de los Andes y la Universidad San Sebastián.
Actualmente, hay una EPA ejerciendo en el hospital Carlos Van Buren en Valparaíso, otra en Rancagua y tres en el Sótero.
“Hoy día los modelos que hemos implementado en el Van Buren, en Rancagua y en el Sótero nos indican que semestralmente aumentamos en 40% la atención de personas que estaban en lista de espera y eso es muchísimo”, detalla Gracia.
¿Cuál es el objetivo para 2025? Capacitar a más EPA para implementar el modelo en otros hospitales del país.
“Este modelo ayudaría a descomprimir no solamente en Santiago, sino que sobre todo en regiones, que es donde está la mayor desigualdad y ayudaría a disminuir las listas de espera. Además que se le suma otro componente y es que en Chile, al ser un país tan largo y diverso, tenemos cánceres súper distintos de prevalencia en el norte, en el centro y en el sur”, afirma.
Atención humana
En el directorio de la fundación participa Dafne González, quien también es directora de Mall Plaza y gerenta de Asuntos Legales Operacionales en Falabella. “Yo creo que una de las cosas más potentes que tienen todos estos proyectos es que de verdad elevan el estándar. O sea, democratizan la salud y la acercan al estándar de la salud privada, que es más rápida, más humana y que tiene índices de gestión”, dice González.
Además de reducir los tiempos de espera y hacer más eficiente el trabajo de los oncólogos, las EPA entregan contención a los pacientes, ya que se comunican con ellos periódicamente a través de WhatsApp o por vía telefónica.
“No es solo la enfermedad en sí misma. A mí me impacta la soledad y el abandono que se debe sentir cuando tienes el diagnóstico y no puedes hacer nada. La frustración. Entonces tener la posibilidad de intervenir en eso creo que es un tremendo regalo y la oportunidad de invitar a gente que se sume a ese esfuerzo me parece que no puede sino tener acogida. Eso es lo que me pasa porque el número (de pacientes en espera) es enorme”, afirma González.
Si bien la fundación consigue parte de su financiamiento realizando charlas a empresas de manera online y presencial, para la capacitación de las EPA y la construcción de nuevos centros oncológicos son fundamentales las donaciones.
“El llamado a los empresarios de regiones es súper importante, de comprometerse en este esfuerzo y no solo llevarlo desde Santiago hacia allá, sino que también en el ámbito local porque tiene un impacto directo en su gente, en su comunidad, en el entorno en el que su negocio se desenvuelve”, afirma la abogada.