La trampa de la confianza: cuando el talento se queda fuera
Por Flor Toledo, jefa del programa de inglés Viña del Mar, Universidad Adolfo Ibáñez #SoyPromociona
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Flor Toledo, jefa del programa de inglés Viña del Mar, Universidad Adolfo Ibáñez #SoyPromociona
A inicios de este año, en el encuentro anual de la red Promociona, más de un centenar de mujeres escuchó una gran declaración de un panelista: “Es evidente que los directorios y altos cargos en las instituciones se conforman según la confianza, y no por talento”. Un argumento utilizado para explicar por qué los directorios tienen solo un 15% de mujeres en Chile, cuando el porcentaje alcanza un 28% en los países miembros de la OCDE. Como académica, he conocido niñas y mujeres jóvenes brillantes a lo largo de mis 14 años de carrera, por lo tanto, esta afirmación me preocupó bastante.
Los recientes galardonados con el Nobel de Economía, Daron Acemoglu y James A. Robinson, en su libro Why Nations Fail, nos enseñan que los países prosperan solo con instituciones inclusivas; aquellas que fomentan la participación, en la vida política y económica, y aseguran el desarrollo de sus ciudadanos. Cuando las oligarquías comprenden que compartir el poder con personas talentosos impulsa el desarrollo, las naciones progresan. ¿Será entonces que Chile necesita darle también un lugar al talento femenino para reconstruir sus instituciones?
La economista Sheryl Sandberg sostiene que debemos abrir espacios a las mujeres en la toma de decisiones y propone que invirtamos en educación y en iniciativas como programas de mentorías dentro de las organizaciones para afianzar los talentos. Además, aboga por iniciativas de vinculación entre comunidades y empresas privadas para crear oportunidades de desarrollo para quienes provienen de sectores menos privilegiados.
¿Por qué hacer algo al respecto? El FMI y el Banco Mundial afirman que los equipos diversos y las organizaciones inclusivas son más eficaces y rentables. Este desafío no solo recae en las empresas, sino también en las instituciones gubernamentales (y no gubernamentales) y en las universidades, que requieren promover un entorno que valore la multiplicidad de talentos desde temprana edad, que promueva, por ejemplo, el aprendizaje de idiomas y que fomente las experiencias multiculturales.
En este contexto, estamos llamados a cuestionar y desafiar prácticas de exclusión para dar paso a una generación de liderazgos que represente el verdadero potencial del país. Nuestra esperanza debiera ser que en Chile ni el género ni el lugar donde nacemos, determine nuestro destino. ¿Cómo avanzamos hacia un futuro que integre confianza y talento apropiadamente?