Puigdemont el presidente “por accidente” que quiere dividir a España
Experiodista y profeta desde siempre de la causa secesionista, está dispuesto a aplicar mano dura para lograr la independencia de Cataluña.
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El balcón del Palacio de la Generalitat de Cataluña, en la Plaza de Sant Jaume, fue donde Lluís Companys proclamó el 6 de octubre de 1934 el Estado Catalán, causando la suspensión del estatuto de autonomía y la intervención militar.
Los tiempos han cambiado, pero la situación se repite. El lunes Carles Puigdemont, el líder actual de Cataluña, podría usar este mismo lugar para declarar la independencia de la región. “Yo ya me siento como el presidente de un país libre”, dijo el miércoles en una entrevista con el diario alemán Bild.
La elección de Puigdemont como president de la Generalitat de Cataluña a principios de 2016 adelantaba una nueva discusión secesionista en la región y fue una alerta amarilla para Madrid, que aspiraba a que el referéndum independentista de 2014 quedara en el pasado.
Pero pocos pensaron que sería tan decidido: a pesar de las amenazas verbales, el despliegue de policías y de la Guardia Civil (fuerzas militares), la confiscación de papeletas y el arresto de los alcaldes proindependencia, Puigdemont optó por arriesgar la autonomía existente llevando a cabo el referéndum del domingo.
Ante los intentos de la policía por impedir el acceso a las urnas, tuvo que desarrollar un plan que parecía una escena sacada de una película de acción: para confundir a los helicópteros que lo seguían, se estacionó bajo un puente e intercambió autos, siguiendo luego tranquilamente hacia el centro de votación.
Sus esfuerzos no fueron en vano: con un 95% de las urnas abiertas y un 40% de participación, casi un 90% de los catalanes apoyó la independencia de la región.
Símbolo de orgullo regional
Tildado por los medios españoles de “cínico” y acusado de “deslealtad inadmisible” y “conducta irresponsable” por el rey Felipe VI, a los ojos de Madrid el líder catalán fue el que causó la crisis, quemando los puentes para el diálogo.
Pero para los catalanes, el presidente es un un símbolo de orgullo regional. “Puigdemont ha sido absolutamente clave para llevar a Cataluña a donde está ahora”, dijo a BBC Montse Daban, secretaria internacional de la Asamblea Nacional Catalana. “Él fue una sorpresa absoluta y positiva para los ciudadanos catalanes, que apoyaban el proceso independentista y vieron con consternación que estaba enfrentando varias dificultades”, agregó.
Nacido en la provincia catalana de Gerona, Puigdemont siempre fue profeta de la causa independentista. Estudiante de filología catalana y luego periodista dedicado al tema regional, en 1994 publicó un libro sobre cómo la prensa internacional veía a Cataluña y en los 2000 encabezó el periódico en inglés Catalonia Today que ayudó a fundar.
Fue en 2006 cuando cambió el periodismo por la política. Empezó su incursión como diputado del Parlamento de Cataluña y luego fue alcalde de Gerona, antes de convertirse en el presidente de Generalitat, en enero de 2016.
Líder inesperado
Su rápido ascenso al poder y el hecho de que su candidatura fuera un arreglo de último minuto entre los partidos catalanes hacen que sus críticos todavía lo llamen presidente “por accidente”. El nombre de Puigdemont ni siquiera estuvo en la lista electoral y apareció cuando la Candidatura de Unidad Popular se negó a apoyar al entonces líder Artur Mas. El mismo Mas declaró que no se iba de la política, generando especulaciones de que controlaría la situación desde las sombras.
Pero las élites subestimaron al nada tímido Puigdemont, quien al asumir el cargo adoptó una postura intransigente y un lenguaje todavía más atrevido que Mas, que por años fue catalizador de las tensiones con Madrid e impulsó la votación anterior, en 2014. Ad portas del referéndum, mostró mano dura, despidiendo a cinco ministros del gabinete que cuestionaron su manera de buscar la independencia.
Tras la votación, anunció que va a declarar el quiebre en los próximos días y criticó duramente la violencia policial de Madrid, asegurando que “no hemos visto un uso de la fuerza tan desproporcionado y brutal desde la muerte del dictador Franco”. También criticó al rey Felipe VI, a quien acusó de no cumplir con su papel de moderador e “ignorar a los millones de catalanes”.
Pero esa imagen de líder fuerte que proyecta hacia el exterior podría verse afectada por factores que no dependen de él.
“Puede ser el hombre más peligroso de España, ya que parece avanzar hacia una declaración unilateral de independencia. Pero la pregunta es si realmente controla lo que está pasando en Cataluña. Si esto es una revolución –y parece serlo- su poder disminuye, ya que no puede dictar los eventos”, advirtió a BBC Manuel Arias Maldonado de la Universidad de Málaga.