El miércoles no era el día para encontrar la salida del laberinto griego en el que se ha vuelto a perder la eurozona. Era el día para que los ministros de Finanzas de la eurozona escucharan los planes de su homólogo heleno, Yanis Varufakis, sobre cómo pretende devolver los 195.000 millones que le han prestado sus socios europeos, si respetará los compromisos adquiridos por Grecia a cambio de esa ayuda y sus ideas para financiarse en los próximos meses, cuando tiene que pagar 17.000 millones de euros al BCE y al FMI, y vencen 14.500 millones de euros en Letras.
¿Va a salir Grecia del euro? preguntó la prensa a Varufakis. "Absolutamente no", respondió el griego mientras entraba a toda prisa al edificio donde se celebraba la reunión del Eurogrupo. Pero su opinión no es unánime.
Todos los ministros reconocieron su escepticismo con la posibilidad de llegar a un acuerdo esa misma noche, muchos mostraron su recelo con los pocos detalles que ya sabían del plan Varufakis, y alguno, como el luxemburgués, aseguró que "todas las opciones están abiertas", incluida una salida de Grecia del euro.
Al comienzo de la reunión, ni el más optimista de ellos esperaba ningún acuerdo con Grecia antes del próximo lunes, cuando el Eurogrupo volverá a reunirse en Bruselas.
Para entonces, los jefes de Estado y de Gobierno de la UE ya habrán podido debatir el asunto en la cena informal que celebran el jueves en la capital europea. Pero según varias fuentes diplomáticas, los líderes de la UE no pretenden llegar a ningún acuerdo concreto. Más bien encargarán esa tarea al Eurogrupo.
En la práctica, hay que llegar a dos compromisos. El primero es a corto plazo: qué hacer con el programa actual, que vence el 28 de febrero y cuyo cumplimiento desbloquearía un pago de 3.600 millones de euros a Grecia por parte del Mecanismo Europeo de Estabilidad(MEDE), y otro de 3.500 millones por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El segundo, a medio plazo, un tercer rescate para que Grecia haga frente a las nuevas necesidades de financiación que han surgido tras el empeoramiento de la situación del país en las últimas semanas. Se habla de entre 10.000 y 20.000 millones.
La opción preferida del Eurogrupo sería que Grecia pidiera una prórroga del programa en vigor, repetase las condiciones pactadas y se sentara a negociar una mejora en las condiciones del préstamo actual y un nuevo préstamo en la misma línea de los dos anteriores. Tal vez menos con unas condiciones menos exhaustivas y más centradas en objetivos. Tal vez con algún cambio cosmético en la estructura creada para supervisar el cumplimiento de esas condiciones, la llamada Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI).
Pero Varufakis y Tsipras han prometido a su Parlamento y a su electorado que eso no va a ocurrir, y proponen una solución alternativa. Para financiarse a corto plazo pretenden emitir 8.000 millones de euros más en Letras del Tesoro y recibir del MEDE 1.800 millones de euros de los 3.600 millones pendientes de pago, a pesar de que su desembolso está condicionado al cumplimiento del programa. Además, esperan reducir a la mitad el objetivo de superávit fiscal primario marcado por el programa para 2015 (del 3% al 1,5%).
Para el medio plazo proponen un programa de reformas que respete el 70% del actual y cambie el 30% restante por un plan alternativo pactado con la OCDE. Y a largo plazo quieren canjear buena parte de la deuda actual con los socios europeos por bonos ligados al crecimiento del PIB.
La semana pasada Berlín ya dijo que no a todo y es a Grecia a quien se le acabará pronto el dinero. La negociación continúa.