Hasta ahora, el legado de Trichet es mantener el espectáculo en marcha

Por: | Publicado: Jueves 25 de agosto de 2011 a las 05:00 hrs.
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Por Ralph Atkins


Las crisis hacen y destruyen reputaciones. A Jean-Claude Trichet le queda poco tiempo para definir la suya. Esta semana irá por última vez como presidente del Banco Central Europeo a Jackson Hole, Wyoming, el resort montañoso de Estados Unidos que todos los años recibe a los principales banqueros centrales del mundo.

La eurozona que dejará atrás el 31 de octubre está cambiando con rapidez. La semana pasada, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy anunciaron pasos tentativos hacia un gobierno de la eurozona, el BCE reveló que había gastado 22 mil millones de euros, más que nunca antes en una semana única. Los inquietos mercados financieros podrían forzar nuevos movimientos en los próximos días y semanas.

Pero los lineamientos de cómo quedará Trichet en los libros de historia económica ya son visibles. El problema para sus socios de escalada en Jackson Hole (en montañisno, no en política monetaria), o cualquiera preocupado por la eurozona, es que hay más de una versión. Y las revisiones posteriores pueden ser rápidas y brutales como descubrió Alan Greenspan, cuya política de tasas bajas fue celebrada primero y luego condenada.

Sin duda a Trichet le gustaría que su legado fuera el del “hombre que salvó el euro”, asumiendo que la unión monetaria de Europa se salve, lo que no es un supuesto tan evidente en estos días.

Evitó el desastre en mayo del año pasado, cuando forzó a los líderes de la eurozona a lanzar un paquete de rescate creíble y al consejo gobernante del BCE a emprender un controvertido mecanismo de compra de bonos. Al reforzar ese programa este mes, el BCE hasta ahora ha evitado que los costos de endeudamiento italianos y españoles lleguen a niveles peligrosamente altos.

Algunos, en particular las audiencias estadounidenses, pueden protestar que es “el hombre que no fue suficientemente lejos”. Impedido por limitaciones legales y la oposición dentro de su consejo, el BCE no se ha convertido en garante final de la estabilidad financiera de la eurozona, lo que explica porqué los inversionistas siguen muy nerviosos.

Pero en Alemania, Trichet ya es “el banquero central que fue demasiado lejos”. Estos días, recibe una cobertura atroz en la mayor economía de la eurozona. Una editorial en el Frankfurter Allgemeine Zeitung la semana pasada lo acusó de convertir el BCE en el BME, el Banco malo de Europa, con montañas de activos dudosos en sus libros, incluyendo 45 mil millones de euros de bonos griegos.

Los alemanes, incluyendo al Bundesbank, que se opuso a compras de bonos, temen que el BCE haya incursionado peligrosamente lejos en la política fiscal, comprometiendo su tarea de asegurar la solidez del dinero. El BCE se convirtió en subordinado de los políticos, acusó el FAZ.

Los riesgos en el balance del BCE ciertamente han escalado, y una ignominiosa recapitalización puede ser necesaria. Aún así, es difícil argumentar de modo convincente que Trichet sea presa fácil de los políticos.

Una crítica mejor dirigida sería que es “el banquero central que se convirtió en ley por sí mismo”. A comienzos de este mes, Trichet y el italiano Mario Draghi, quien lo sucederá, dictaron a Silvio Berlusconi los pasos fiscales de emergencia que Roma debía dar antes de que el BCE comenzara a comprar los bonos del país. El año pasado, Irlanda se vio forzada a un rescate después de que el BCE amenazara con cortar la liquidez vital para sus bancos. Rara vez un banco central independiente ha tenido tal poder sobre gobiernos elegidos democráticamente.

La versión más amable sería que Trichet se vio forzado a improvisar en circunstancias extraordinarias, imprevisibles, y dentro de una unión monetaria cuya estructura ha probado tener fallas. En ocasiones, claramente hizo juicios certeros. En agosto de 2007, el BCE fue el primero de los grandes bancos centrales en reaccionar a las tensiones que surgían en los mercados financieros. Su sorpresiva oferta de liquidez ilimitada puede haber acrecentado el pánico inicial, pero el BCE juzgó correctamente que se necesitaban acciones de emergencia. Hasta ahora, la eurozona ha evitado un shock de la escala de Lehman Brothers.

Otros pasos pueden parecer menos sabios en retrospectiva. A través del continente, la austeridad fiscal respaldada por el BCE podría acabar con la recuperación de la severa recesión post Lehman. La escala de la contracción fiscal impuesta a Grecia es sorprendente - y podría ser catastrófica. Los dos incrementos en las tasas de interés que el BCE ha impuesto este año podrían haber sido errados, así como el incremento en julio de 2008, semanas antes del colapso de Lehman, en general es considerado porfía. Varias veces, el BCE se ha embarcado en una “estrategia de salida” para remover medidas “no estándar” que se tomaron después del colapso de Lehman para impulsar la liquidez, sólo para tener que reintroducirlas.

Tales instintos agresivos están a tono con el pensamiento del Bundesbank, sobre el cual se modeló el BCE. Pero con el tiempo, Trichet ha tenido que romper el vínculo con el conservador banco central alemán y botar los manuales. Según la doctrina del Bundesbank, debió permitirse el colapso de Grecia. Trichet ha argumentado, de hecho, que la deuda de todos los deudores soberanos de la eurozona debía permanecer libre de riesgo, aunque hasta ahora no ha respaldado los “eurobonos” comunitarios.

Por ahora, Trichet ha mantenido el espectáculo en marcha. Puede terminar como “el hombre que puso a los alemanes contra el euro”, pero tal vez sea el precio que tenía que pagar.

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