Energía y transporte: los más afectados por las restricciones a las importaciones argentinas
Hay cuatro grandes rubros de compras: energía, autos y autopartes, productos químicos y componentes tecnológicos.
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La política de restricción de las importaciones volvió a impactar en la balanza comercial y las compras externas cayeron 8% en marzo, en lo que fue la mayor baja desde la crisis de 2009. Con la llave del cerrojo importador colgada en el cuello, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, ostenta un probado poder de controlar un sector de la economía argentina clave para el modelo kirchnerista y que en 2011 alcanzó US$ 73.922 millones.
En exclusiva para El Cronista, la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), liderada por Marcelo Elizondo, elaboró un informe en el que a través de una investigación con empresas, cámaras y estadísticas se establecieron los principales productos que Argentina importa y que si se impide que ingresen afectarían el nivel de la actividad económica.
Al analizar la composición de las compras externas, se observa que 80% son bienes que se utilizan para la industria. La incidencia de los bienes de capital, que reflejan decisiones de inversión por parte de las empresas, sobre el total de las importaciones de este porcentaje es de 20%. En tanto, los bienes intermedios alcanzan 29%, las piezas y accesorios para bienes de capital un 19% y los bienes de consumo un 11%. Finalmente, el combustible y la energía explican un creciente ascendente 13% y los vehículos, 8%.
Según el estudio, si bien lucen desagregadas, entre los pesos pesados de las importaciones locales se pueden distinguir cuatro grandes rubros: energía, automóviles y autopartes, productos químicos y componentes tecnológicos. Así analiza el portafolio importador Mauricio Claveri, especialista en Comercio Exterior de la consultora Abeceb. “Hay una concentración en torno al sector automotor; el sector químico, que incluye fertilizantes, agroquímicos y productos farmacéuticos; y el rubro electrónico, con celulares y televisores”, enumera Claveri. Y agrega: “Sin embargo, por cuestiones coyunturales y específicas, en los últimos años se han empezado a destacar importaciones en otros sectores, como es el caso de la energía”.
En cuanto a la procedencia de los productos, la alianza comercial con Brasil encabeza cómodamente el ranking, que con ventas de vehículos y autopartes, teléfonos celulares, minerales y energía, entre otros productos, superó los US$ 21.000 millones en 2011. Con la mitad del volumen exportador, lo sigue en el podio China (US$ 10.500 millones) y el tercer puesto queda para los EEUU, con ventas por US$ 6.500 millones.
Algunas curiosidades aparecen a la hora de repasar el top 20 de las principales compras externas: el primer puesto de la sangría exportadora se lo lleva el rubro transporte, ya que en 2011 se importaron colectivos y grandes vehículos por cerca de US$ 3.800 millones, principalmente de Brasil, México y Alemania. En el rubro energía, en tanto, socios comerciales como Letonia, Trinidad y Tobago o Qatar aparecen entre los proveedores de Argentina.
Actualmente las señales de desaceleración en la economía hacen crujir el modelo de la industria y la pregunta crece como una sombra sobre la Secretaría de Comercio: ¿pueden las trabas a las importaciones contribuir a disminuir el nivel de actividad?
“Desde diciembre, a partir de la reasunción de la presidenta, se exhibe un cambio en la política de comercio exterior, lo cual se intensifica con la imposición de las declaraciones juradas de importación. Desde entonces, los controles se generalizaron y ahora no afectan sólo a bienes de consumo sino también a bienes intermedios, a bienes de capital a partes y piezas de bienes de capital. Definitivamente, esta intensidad de los controles puede generar problemas productivos”, opina Claveri y agrega: “Esto está causando dificultades a nivel empresario, aunque en muchos casos todavía no se han materializado porque las fábricas tienen stock para seguir produciendo”.
La cifras de marzo del Indec parecen evidenciar aún más el “efecto Moreno”: las importaciones cayeron 8% en marzo, la mayor baja desde 2009. Se derrumbó 21% el ingreso de bienes de capital, 10% el de bienes intermedios y 22% los bienes de consumo. Las exportaciones subieron apenas 2%. “Esto es muy preocupante. (Que se afecte la entrada de bienes de capital) se siente en el mediano plazo, en términos de competitividad y de la imposibilidad de incrementar la capacidad productiva”, dice Elizondo.
Según los expertos, limitar la compra de productos como chips electrónicos, componentes de la industria automotriz y algunos químicos -además de la energía, por supuesto- afectaría directamente el nivel de actividad.
Sustitución de importaciones
Hasta el segundo semestre del año pasado, el gobierno de Cristina Fernández no restringía mayormente las importaciones. De hecho, en 2011 crecieron 31% en relación a los niveles de 2010 (año en el que habían alcanzado
US$ 56.502 millones). Sin embargo, el crecimiento de 2011 muestra dos etapas marcadas: en el primer semestre se registraron importaciones por US$ 34.236 millones (un incremento promedio de 38%). En cambio, de agosto a diciembre de 2011, las compras externas sumaron US$ 39.687 millones, lo que implicó un alza de 24%. “Fue en agosto pasado que el gobierno empezó a limitarlas y desde entonces cada mes las importaciones fueron decreciendo con respecto al anterior”, resume Elizondo.
El abrupto viraje en la dirección de la política de comercio exterior del gobierno nacional pone en tela de juicio si existe como tal un plan de sustitución de importaciones o si el cerrojo responde únicamente a las necesidades cambiarias del modelo económico impulsado por el kirchnerismo, que exige fortalecer la balanza comercial y mantener un superávit holgado por la vía comercial.
“La intensidad de las urgencias cambiarias del gobierno son mucho mayores a la intensidad de las políticas sustitutivas. Porque un plan de sustitución de importaciones requiere una mejor tasa de inversión, financiamiento y nuevas tecnologías para empezar a producir en el país cosas que antes se importaban. Es un proceso más quirúrgico y sofisticado”, comentó Elizondo.