Siembras, animales e infraestructura fueron parte de los numerosos daños que dejaron esta semana los incendios que no dieron tregua a las regiones de la zona centro-sur del país, en particular al sector norte de La Araucanía.
Hasta este jueves, de hecho, continuaba el combate de 21 siniestros, 13 de ellos en La Araucanía.
Camilo Guzmán, presidente de la Agrupación Agricultores Unidos, estima que más de 700 agricultores habrían sido afectados por los siniestros de forma directa y unos 300 de manera indirecta.
“Se quemaron principalmente empastadas y praderas, bosques nativos y plantaciones”, relata por teléfono desde el sur.
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Hasta este jueves, de hecho, continuaba el combate de 21 siniestros, 13 de ellos en La Araucanía. En las imágenes se observa el impacto que tuvieron los incendios en predios y maquinaria.
A esto se suma la pérdida en casas de vecinos, sus predios -parciales o totales- y tractores, lo que motivó la ayuda para combatir “las llamas, defendiendo lo propio y a la ciudadanía”.
Según cifras de Conaf, se han quemado 20.386 hectáreas entre la región de Ñuble, Biobío y La Araucanía. En ese contexto, cuenta que “el impacto ha sido devastador. Muchos agricultores han perdido sus cultivos completos, maquinaria y bodegas”.
La destrucción de cercos y sistemas de riego también son parte de lo afectado, lo que ha comprometido la continuidad de la producción en el corto y mediano plazo.
“La incertidumbre es enorme, no solo son pérdidas materiales, sino también arrastramos una grave crisis económica y productiva que afectará el abastecimiento y la estabilidad del sector”, expone el vocero.
Lo inquietante para Guzmán es que el sector del agro vivirá un nuevo golpe financiero con la pérdida de sementeras (tierras sembradas) y maquinaria, en un marco donde existen aún compromisos de pagos que “ahora se vuelven insostenibles”.
Por ello, el Ministerio de Agricultura declaró hace unos días emergencia agrícola en la zona, lo que permite que los gobiernos regionales puedan destinar recursos para actuar con asistencia de recursos, particularmente con usuarios de Indap, de forma de contribuir en este caso con lo más urgente que es la alimentación animal.
De ahí que el llamado desde los gremios de agricultores es que pronto la ayuda también llegue a aquellos que no se vean favorecidos por las acciones del Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap).
Guzmán pone otro tema de inquietud: la seguridad alimentaria de la población.
Y aunque se trató de una dimensión desestimada por el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, Antonio Walker, el dirigente afirma que ya había un riesgo y “ahora -sin financiamiento para la recuperación productiva, sin apoyo para la reactivación y sin soluciones concreta, la escasez de alimentos está garantizada”, advierte.
Los números
Según datos de la Corporación Nacional de Madera (Corma), al 12 de febrero el balance de incendios es favorable en el país frente a lo ocurrido el año pasado.
Sin embargo, en la Macrozona Sur ha habido un aumento de superficie en hectáreas afectadas de 11%.
En la comuna de Cautín, en La Araucanía, los números muestran que en esta temporada (24-25) se quemaron 10.496 hectáreas, mientras hace 12 meses fueron 2.967. En Malleco, van 9.839 hectáreas y en la temporada 2023-2024 fueron 4.291 hectáreas.
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Ingeniero agrónomo de profesión, Ruff ha dedicado los últimos 14 años de su vida a sus cultivos.
Pablo Ruff, Victoria: “Sentí desesperación por ver el humo y luego las llamas”
En unos $ 60 millones calcula las pérdidas en que se tradujo que parte de su cosecha de trigo se viera quemada, así como maquinaria.
En uno de los días más calurosos de la semana en la región de La Araucanía, Pablo Ruff estaba en su campo en Victoria. Era sábado, y las tareas como agricultor lo tenían ocupado, estaba guardando el grano de trigo y sus máquinas estaban cosechando todavía, relata. “Estábamos en plena época de cosecha”, dice al recordar cuando notó el primer foco de fuego.
Comenzó a la orilla del predio, luego con el viento que soplaba en dirección sur, alcanzó el trigo. “Ahí fue incontrolable”, dice.
Ruff es ingeniero agrónomo de profesión y ha dedicado los últimos 14 años de su vida a sus cultivos. Hijo y nieto de agricultor, resalta que se trata de un oficio que se va heredando: “No es tan solo una actividad económica, sino que cultural también”.
Como distribuidor local en la zona, Ruff explica que sus cosechas son para consumo nacional y con la voz quebrada, recuerda: “Sentí desesperación al ver el humo y luego las llamas”.
Según sus cuentas, perdió alrededor de 15 hectáreas de siembra de trigo, además de maquinaria agrícola, su herramienta de trabajo. “Había focos de incendios por todos lados”, insiste. Su tractor aún lo estaba pagando al banco “y ahora quedamos sin la herramienta y vamos a tener que seguir pagando el crédito”.
Acorde con sus cálculos, deberá enfrentar más de $ 60 millones de pérdidas económicas, repartidas en $ 25 millones en siembra y $ 40 millones en el tractor.
Ruff destaca que entre los mismos agricultores ha habido mucha ayuda, sobre todo con maquinaria para contrarrestar los incendios. Ese mismo día, cuando acudieron los bomberos, cuenta que no daban abasto. Ya los brigadistas habían acudido a más siniestros previamente.
Impotencia, pena y rabia. Así define sus sentimientos al pensar en lo que deben enfrentar por dedicarse a este rubro. “Hoy me toca a mí, pero es algo a lo que nadie está ajeno, cada año que pasa tenemos que hacer más rápido las cosechas por el riesgo de incendio”.
Finalmente, Ruff llama a las autoridades a brindar ayuda a aquellos medianos agricultores que también sufren daños por esta catástrofe.
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Geremías Torres junto a su hermano y el tractor que perdieron.
Geremías Torres, Traiguén: “Da pena que se te queme todo por lo que has trabajado y esforzado”
La empresa familiar calcula una pérdida de más $ 200 millones en cosechas de raps y maquinaria recién adquirida.
Desde Traiguén, Geremías Torres (32) se dedicó a la agricultura desde que terminó sus estudios. Sin embargo, es un oficio que practica desde pequeño, puesto que le ayudaba a su padre, para él es continuar la tradición familiar.
Hoy este trabajo le trae tristemente desagradables momentos, como lo que están viviendo ahora por las llamas que han arrasado miles de hectáreas en la región de La Araucanía. “Estábamos cosechando en dos puntos, el incendio estaba a mitad de camino, teníamos un poco de siembra en el sector”, comiemza relatando. A pesar de peligrar su cosecha, decidió ayudar a aquellas familias que necesitaban cortafuegos, porque “eran hogares que se iban a quemar”.
“Tratamos de dejar avanzado, paramos una máquina y fuimos a ayudar”, dice el agricultor. Para él lo más importante en ese momento fue brindar ayuda a las familias, esta acción se dio con más agricultores para tratar de desviar el fuego.
En el sector de Traiguén, donde vive y tiene sus cosechas, hay muchas familias que se vieron expuestas al fuego. “Defender a esas familias que se les quemaba su casa, no tiene precio”.
Aproximadamente, la familia de Torres perdió más $200 millones de su negocio agrícola y, según cuenta, se han quemado muchas hectáreas, “sementeras enteras y trigos que se van a panificación”.
En el detalle, perdieron un tractor de $ 170 millones, parte del equipo de maquinarias y $ 60 millones en cultivos de raps.
“Mucha pena, que se te queme todo por lo que has trabajado y esforzado e impotencia cuando ves que no puedes hacer nada más”, señala Torres, ante las pérdidas que sufrieron como empresa.
Con todo, hacia el futuro se visualiza perseverante. Aseguró que se van a levantar como familia y que juntarán recursos para recuperar la máquina que perdieron. Pese a todo, pidió más ayuda del Gobierno para los agricultores y por ahora dijo que está acompañado de sus dos hijas en sus labores de cosecha, quienes lo acompañan en su camino.