Sobre vulnerabilidad y teletrabajo durante la pandemia
La política de distanciamiento social, altamente efectiva para prevenir los contagios, está impactando de manera agresiva en los trabajadores más vulnerables, forzándolos al desempleo y la pobreza, dicen los académicos de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad Alberto Hurtado, Marcela Perticará y Mauricio Tejada.
Universidad Alberto Hurtado
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La pandemia del Covid-19 representa un evento de proporciones no vistas desde, probablemente, la gripe española de 1918 y tendrá grandes consecuencias negativas de corto y largo plazo, comparables, o incluso más dramáticas, de las que tuvo la gran depresión de 1929.
A fin de controlar la pandemia, la recomendación ha sido el distanciamiento social. Evitar las actividades con contacto social, con el consumo de servicios y el trabajo presencial, es una respuesta natural de las personas para evitar contagiarse.
Sin embargo, esta política, altamente efectiva para prevenir los contagios, está impactando de manera agresiva en los trabajadores más vulnerables, forzándolos al desempleo y la pobreza. Se trata de trabajadores cuyos trabajos son fundamentalmente presenciales, y los que no tienen la espalda financiera para enfrentar un período de caída sustantiva de ingresos.
Debiéramos encontrar una alta correlación entre el nivel de exposición y nivel socio-económico. Por ejemplo, la data en EE.UU. muestra que el Covid-19 está enfermando y matando a la población más vulnerable y a trabajadores de bajo nivel de calificación, fundamentalmente de raza negra. Esto está relacionado directamente con la capacidad de autoaislamiento: el Covid-19 está amplificando inequidades sociales preexistentes y asociadas a raza o etnia, clase social y acceso al sistema de salud.
Zoom al home office
Muchos trabajadores iniciaron su distanciamiento social antes de que fuera impuesto por la autoridad: desde el inicio de la emergencia hasta el 11 de abril, el consumo de actividades con contacto social en Chile (restaurantes, hoteles, cines, gimnasios, aeropuerto y otras) había caído en casi 75% en promedio, mientras que la concurrencia a farmacias y supermercados, lo había hecho en 50%.
Los traslados hacia el trabajo también habían bajado en 56% hacia el 11 de abril. El primer día de caída importante fue el lunes 16 de marzo, cuando se suspenden las clases en todo el país. Una semana después, la movilidad hacia lugares de trabajo había caído entre 45% y 50%, nivel en el que se mantiene. El hecho de que el tránsito hacia el trabajo no se haya contraído tanto como otras actividades, se relaciona con la factibilidad de implementar el completo aislamiento y/o teletrabajo de muchos trabajadores.
Pero fuera de los datos de movilidad hacia el trabajo, hay poca información de quienes han podido continuar trabajando desde su casa, lo que dificulta la focalización de recursos públicos para ayudar a las familias y trabajadores más vulnerables. Según datos de Page Group, entre un 15% y un 20% de los trabajadores en la Región Metropolitana está operando bajo algún tipo de modalidad de trabajo virtual, en áreas de servicios, proveedores de intangibles, áreas comerciales y back office.
En ausencia de datos fidedignos se puede evaluar, dada la distribución del empleo en el país, en qué medida los distintos trabajadores tendrían la posibilidad de teletrabajar dadas las características de su empleo, y en qué medida el tipo de actividad que realizan está exenta de las instrucciones de aislamiento obligatorio.
En esa línea, sólo el 17,4% de los trabajos en Chile es, con alta probabilidad, viable de realizarse desde casa. Las personas que pueden hacerlo ganan en promedio 67% más que quienes tienen un trabajo predominantemente presencial, y tienen una tasa de informalidad sustancialmente menor (11% versus 25%, respectivamente). Sólo el 1,5% de los trabajadores que pueden realizar su trabajo desde casa es considerado pobre, en tanto que casi el 5% de quienes no lo pueden hacer es considerado dentro este grupo.
Las mayores tasas de virtualización están en los sectores de administración pública, actividades inmobiliarias y enseñanza. En los sectores primarios, industrial, gas y agua, industria, construcción, comercio y transporte, las tasas de virtualización son muy bajas. Hay una correlación positiva y fuerte entre tasas de virtualización y calificación de las ocupaciones. Los trabajadores no calificados representan el 25% de aquellos trabajos que no pueden realizarse vía teletrabajo, mientras que para los trabajadores cuyo trabajo es viable de realizarse de esta forma, este grupo abarca sólo 3,7%.
Asimismo, la distribución de los trabajadores (su residencia) con empleos factibles de virtualizarse y de aquellos con alta exposición (no virtualizables y en actividades consideradas esenciales), está altamente concentrada en comunas específicas. En la Región Metropolitana, las de altos ingresos (Las Condes, Providencia, Vitacura) tienen una alta fracción de empleos virtualizables y una muy baja exposición de los trabajadores, ya sea porque el empleo no requiere ser presencial o porque no pertenece a un sector esencial.
No poder hacer teletrabajo genera potencialmente una alta exposición en sectores considerados esenciales, como el primario, comercio, gas y agua, transporte y logística, y servicios sociales y de salud. Así, la correlación entre una baja factibilidad de realizar teletrabajo, una mayor exposición y menores ingresos crea una navaja de doble filo: genera riesgos económicos y sanitarios al mismo tiempo para grupos vulnerables de la población. De ahí la importancia de identificar a estos grupos vulnerables.
Por un lado, la escasez de recursos pone en relieve la importancia de que la implementación de políticas de reemplazo de ingreso y de inyección de liquidez sea dirigida y focalizada. Evaluar opciones de ayudas alternativas a grupos de estas comunas parece razonable, por cuanto es necesario impedir que una situación coyuntural pueda cambiar la configuración social de algunos de estos barrios en el largo plazo.
Aplicar políticas más generosas, focalizadas sí, pero a grupos más amplios que los tradicionalmente cubiertos por la política pública es necesario en la contingencia actual. Estos trabajadores no pueden darse el lujo de no trabajar si no tienen alguna fuente alternativa de ingresos. Los costos podrán ser altos, pero el riesgo sanitario de no actuar ya para proteger a estos grupos puede ser muy alto.