Perú: los tres momentos de una debacle política
Juan Carlos Fisher Tudela, presidente de la Cámara de Comercio Peruano-Chilena
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Juan Carlos Fisher Tudela
16 meses atrás
El resultado de la crisis empieza por una elección sin norte: los ciudadanos nos vemos obligados a votar por el mal menor o el anti alguien. Hoy, esto cobra relevancia y ofrece lo que observamos en Perú.
La guerra antigua y chamuscada entre la facción antifujimorista contra aquellos dueños de la moral y la “dignidad” como bandera, convertía en energúmenos a quienes se les oponían.
No fue raro el encumbramiento mediático a favor de un característico profesor de escuela rural en un lejano pueblo, otrora líder magisterial y rondero campesino a caballo. Logró un paro en su sector de 75 días en 2017, gesta que le sirvió para tener una pequeña multitud que mostrar en redes.
El día de las elecciones se hicieron de la segunda vuelta dos personajes con menos del 18% de apoyo cada uno, lo que a todas luces y por escaso margen, le daría un triunfo írrito a alguno de los dos.
A poco de asumir el mando, el señor Pedro Castillo le regaló al país su primer jefe de gabinete, uno de cuatro, y el inicio irresponsable de los 83 cambios ministeriales que se dieron desde entonces. ¿Con qué intención? La de enfrentar al Parlamento, disolverlo, lograr su ansiada nueva Constitución, objetivo primigenio para perpetuarse en el poder.
De acuerdo con las leyes vigentes, al presidente le bastan dos rechazos consecutivos a su propuesta para obtener la disolución constitucional del Congreso. No le resultó, por motivos largos que exceden esta columna. Fin uno.
Martes
De lo anterior sólo podía esperarse una larga sucesión de impresentables funcionarios públicos que coparon el estamento oficial con el sólo mérito de haber nacido allegados al Presidente, de su pueblo natal o poseedores de refulgiente labia.
Ladronzuelos de poca monta se instalaron en el poder ofreciendo puestos, proyectos y promesas a destajo, logrando que una avispada fiscal de la nación iniciase contra viento y marea la investigación que la llevó a juntar más de 50 expedientes fundamentados contra el apartheied corruptivo en ciernes. Esto originó las iras de los dignos y no pararon hasta traer una misión de la OEA, que no hizo más papelón porque sólo vinieron siete miembros. Fin dos.
Miércoles
Empezando el día, se esperaba en el Congreso, no sin cierta inquietud, si se lograría convencer a los pocos partidarios que le quedaban a Castillo, pero sin cuyo voto sería imposible vacarlo. Intempestivamente, cerca al mediodía se interrumpen las programaciones y aparece el señor Castillo, provisto de cuello y corbata y banda presidencial, tembloroso y dispuesto a leer un manifiesto que claramente no podía atribuírsele, dados los académicos términos utilizados. Lanza la bomba disolutoria.
Nunca supusimos, y me incluyo, que en un país donde las cosas suceden con calma tropical, empezara la recatafila de renuncias de sus propios allegados, llámense abogados, ministros voceros, para finalmente oír el comunicado de la FF.AA. apoyando irrestrictamente el orden contitucional y al Parlamento, que con 101 votos destituyó luego al ahora expresidente. Fin tres y hasta mañana.