Privilegiados Inconscientes
Karla Osorio, gerenta de recursos humanos
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Durante el último tiempo hemos visto cómo las organizaciones han hecho numerosos esfuerzos por ser más diversas e inclusivas, alineando estos esfuerzos a sus objetivos estratégicos. Algunos estudios demuestran que la diversidad e inclusión en los lugares de trabajo ayudan a mejorar el compromiso y participación de los colaboradores, aumentan el desempeño y al mismo tiempo, las ganancias.
Hoy las personas buscan lugares de trabajo que reflejen y promuevan la diversidad. Una encuesta de portales de búsqueda de empleo reflejó que el 83% de los entrevistados dijo que la diversidad en el lugar de trabajo es un aspecto relevante al decidir aceptar un nuevo trabajo.
¿Entonces, qué más podemos hacer para avanzar en nuestras organizaciones?
Estudios demuestran que todas las empresas declaran estar comprometidas con la diversidad e inclusión, pero el progreso es lento. ¿Será porque no somos capaces de mirar al otro desde nuestros privilegios?
Un efectivo trabajo y compromiso con la diversidad e inclusión requiere preguntas y respuestas incómodas. Y es ahí, quizás, donde vemos que hay un espacio donde las empresas pueden trabajar y ayudar a crear una conciencia más profunda en cada persona y a través de los distintos niveles de su organización, para que más colaboradores entiendan sus propios privilegios y la ausencia de privilegios de otros, para que así todos puedan empatizar con lo que viven los demás.
¿De qué estamos hablando cuando decimos conocer nuestros privilegios? Privilegios son las ventajas reales o percibidas debido a algún rasgo o característica que tenemos, y a veces puede ser incluso invisible para quienes los tenemos. Y desde esa invisibilidad (privilegio inconsciente), muchas veces no podemos ver o compartir puntos de vista, ni reconocer que existen otras opiniones y así poder escuchar y entender a los otros.
Los privilegios se podrían entender como la manera en que enfrentamos el mundo y cómo nuestras experiencias han ido formando nuestra manera de ser y pensar. Todos tenemos privilegios distintos, y todos deberíamos reconocer cuáles son. Y así, teniendo esa primera conciencia, podríamos entender cómo interactúan con los demás, y como éstos pueden ir variando, dependiendo de la situación en la que uno se enfrenta con la familia, amigos, trabajo y equipos.
Teniendo este autoconocimiento, de lo importante que es saber cuáles son mis privilegios y cuáles son -o no son- los de los demás, se abre una nueva gran posibilidad de interactuar con otros; ver de una manera distinta, aceptar o al menos ayudar a comprender sus acciones, creando así relaciones de confianza con solidez y estructura. Lo anterior también es aplicable en las organizaciones y es la clave para lograr la incorporación de la diversidad en las empresas.
Para todos los que trabajamos en organizaciones, aquí está el gran desafío: aprender a mirar al otro, con más o menos privilegios, adaptándonos, reconociéndolos, fomentando que todos seamos conscientes cuando desarrollemos y trabajemos en equipo, porque todas las personas somos distintas y en la medida que reconozcamos las diferencias, podremos alcanzar la amplitud de una cultura inclusiva que demuestre en la práctica un compromiso real con la inclusión.