Vigencia de los criterios ESG
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El segundo mandato de Donald Trump ha reavivado el debate sobre el futuro de los criterios ESG, que abordan el impacto medioambiental, la responsabilidad social y la calidad de la gobernanza corporativa de las empresas en decisiones de inversión sostenible. La nueva administración está impulsando una revisión de estos estándares, cuestionando prácticas adoptadas por empresas y gobiernos en la última década, como respuesta al cambio climático y demandas sociales globales.
Abandonar los criterios ESG implica riesgos significativos para la sostenibilidad financiera de industrias clave. Fenómenos ambientales y sociales, como los incendios forestales en pleno invierno en California, evidencian los costos económicos que la crisis ambiental impone a los sistemas productivos y a los Estados. Estos eventos subrayan la conexión entre sostenibilidad y estabilidad social, un pilar esencial para el desarrollo económico.
Sin embargo, también se requieren ajustes. Iniciativas consideradas políticamente “correctas” han generado resultados subóptimos en productividad y eficiencia empresarial. El teletrabajo, masificado tras la pandemia, ejemplifica este punto: compañías como Amazon, Apple y AT&T han comenzado a revertir esta práctica debido a su impacto en la gestión y desempeño organizacional.
Corregir excesos es razonable para reforzar la productividad y eficiencia, pero retroceder sería un error estratégico.
En Chile, el compromiso con la sostenibilidad ha dado pasos concretos. Luego de tres años de trabajo, el Gobierno presentó la semana pasada el anteproyecto de taxonomía de inversiones verdes, que se suma a años de esfuerzos por jugar un rol de liderazgo global en transición energética, en un escenario en que las empresas han abrazado modelos de inversión más sostenibles. En este sentido, políticas como la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde o de Electromovilidad, lanzadas por el exPresidente Sebastián Piñera, han traspasado administraciones, en un escenario global donde mercados como Europa, China y Medio Oriente compiten por recursos estratégicos para energías limpias, evidenciando que la descarbonización no es solo una necesidad ambiental, sino también un negocio.
En ese marco, y siguiendo las palabras del ministro de Hacienda, Mario Marcel, al presentar la iniciativa sobre taxonomía, aunque en EEUU la sostenibilidad pueda perder protagonismo, en muchas otras regiones y, en Chile, las sociedades y mercados han evolucionado hacia modelos más sostenibles. Este cambio no solo responde a exigencias ambientales, sino también a oportunidades económicas derivadas de tecnologías avanzadas y economías más sofisticadas.
Corregir excesos en la agenda ESG es razonable para reforzar la productividad y la eficiencia. No obstante, retroceder décadas en la integración de sostenibilidad económica, social y ambiental sería un error estratégico. En un mundo con más de 8 mil millones de habitantes, la habitabilidad, estabilidad y paz social son condiciones indispensables para el progreso global.