Las economías europeas acaban de sortear con inesperado éxito un obstáculo más en el camino hacia su recuperación.
El triunfo sorpresivamente holgado de los conservadores en Reino Unido alejó la amenaza de un largo período de incertidumbre para la conformación de un nuevo gobierno, que habría mantenido alejada la inversión y habría actuado como un freno para la actividad.
La noticia, por eso, fue ampliamente celebrada el viernes por los mercados bursátiles de la región, que la acogieron registrando su mayor avance en todo lo que va del año.
El triunfo de David Cameron es una nueva victoria para los partidarios europeos de la austeridad, y sugiere que los electores ingleses comparten el argumento de que para regresar a la senda de un crecimiento sólido y sostenido se requiere primero alejar las dudas sobre la solvencia fiscal, por muy doloroso que esto resulte.
Para Europa, que gracias a la política de alivio cuantitativo del banco central finalmente ha comenzado a ver en los últimos meses un resurgimiento de la confianza, la noticia significa una duda menos que despejar hacia la recuperación.
De este modo, Grecia y su eventual salida del euro surgen como una de las últimas grandes pruebas a sortear.