Todo el mundo sabía que el PIB de Estados Unidos había perdido fuerza en el primer trimestre porque un invierno particularmente crudo mantuvo a los consumidores lejos de las tiendas y una huelga portuaria frenó el comercio exterior.
Pero pocos imaginaron que la mayor economía del planeta prácticamente se había paralizado, con una anémica expansión de apenas 0,2%.
El invierno está dando paso a una cálida primavera y el paro portuario terminó. Pero otros factores que influyeron en el exiguo crecimiento probablemente van a continuar, como el alza del dólar y la caída del petróleo. Aunque un crudo más barato significa menores costos para muchas empresas, sus efectos negativos superan a los positivos, porque paraliza millonarias inversiones en la poderosa industria de energía. Lo mismo ocurre con las empresas mineras y el precio de los metales. La inversión en activos fijos en el primer trimestre creció a su menor ritmo desde fines de 2009.
Ahora los economistas han comenzado a rebajar sus proyecciones de crecimiento para la totalidad del año. Lo interesante será ver cómo afectará este nuevo escenario a los planes de la Reserva Federal para comenzar a normalizar su política monetaria.