Con un total de 24 acuerdos comerciales vigentes que abarcan a más de 60 naciones, Chile se inscribe actualmente a nivel internacional en un lugar destacado en materia de apertura comercial, lo que se expresa de modo elocuente en que la tasa arancelaria efectiva ya se sitúa en 0,9%.
Este proceso no va en otra dirección que no sea la de una mayor apertura comercial, tanto porque muchos de estos acuerdos consideran desgravaciones progresivas, como porque el país aún tiene sobre la mesa negociaciones abiertas. Hoy cerca de un 90% de lo que Chile importa ingresa al país sin pagar aranceles, lo que redunda en menores precios internos y un evidente beneficio para los consumidores y productores.
El caso de Chile es uno que sobresale a nivel internacional, con un índice de apertura comercial que supera los dos tercios de su PIB, muy por encima del que exhiben las mayores economías del orbe.
El recorrido hacia un arancel cero es una tema que emerge a la luz de la constatación del nivel alcanzado por el arancel efectivo, un asunto que estuvo presente también durante la anterior administración cuando se buscó avanzar con rapidez en esa dirección.
Entonces, la materia fue objeto de discusión y hubo voces que defendieron que el camino más conveniente para el país era el de seguir el derrotero de la profundización de los acuerdos vigentes junto a la suscripción de nuevos tratados. Un tema no exento de debate, en donde hasta ahora en diversos sectores ha primado la idea de no privar al país de un instrumental que permita contrarrestar asimetrías con algunas economías del orbe, en donde además están activas algunas distorsiones.